Los rebeldes marxistas de las FARC de Colombia han concluido su desarme, entregando casi todas sus armas individuales a las Naciones Unidas y terminando su papel en una guerra de medio siglo que mató a más de 220,000 y desplazó a millones.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, conocidas como FARC, entregaron el 40% restante de sus armas de fuego en Mesetas, una zona montañosa en el sureste de Colombia, terminando así el proceso de desarme. Los aproximadamente 7.000 ex combatientes se han comprometido a continuar su lucha como un movimiento político.
Las 7,132 armas serán almacenadas en contenedores hasta que sean moldeadas en un monumento para la paz. Explosivos y armas más grandes están siendo despejados de caches en todo el país y unas pocas armas permanecerán por seguridad en 26 campamentos hasta que cierren el 1 de agosto.
“Hoy no termina la existencia de las FARC, termina nuestra lucha armada”, dijo Rodrigo Londono, el principal comandante de las FARC, que lleva su nombre de guerra, Timochenko. “Adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenidos a la paz”.
Financiado por el narcotráfico, el secuestro por rescate y extorsión, las FARC contaban con unos 17.000 combatientes en la década de 1990, capaces de lanzar ataques militares cerca de Bogotá, la capital.
Pero el grupo rebelde que comenzó en 1964 como un ejército campesino exigiendo una reforma agraria fue golpeado profundamente en las inhóspitas selvas colombianas por una ofensiva militar implacable que comenzó en 2002 durante la presidencia de Álvaro Uribe.
Con información de The Guardian
