Las flores usan un ‘halo azul’ para atraer a las abejas, dicen investigadores.

Las flores pueden parecer uno de los placeres simples de la vida, pero resulta que podría haber más en ellas de lo que parece.

Los investigadores han descubierto que ciertas especies de plantas con flores tienen pequeñas crestas en sus pétalos que, gracias a las variaciones en su altura o distancia, dispersan la luz para emitir un tono azulado sobre las flores.

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Si bien el efecto no siempre es visible para los humanos, las abejas pueden detectarlos, lo que sugiere que el efecto óptico podría ayudar a atraer a los polinizadores.

“Lo interesante es que se trata de un nuevo truco óptico: no sabíamos que las flores podían usar el desorden para generar un color específico, y eso es bastante inteligente”, dijo la profesora Beverley Glover, coautora de la investigación de la Universidad de cambridge

El descubrimiento tiene sus raíces en el trabajo previo del equipo de Glover que reveló que las pequeñas crestas en los pétalos de ciertas plantas podían difractar o doblar la luz, dándoles un brillo iridiscente.

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Escribiendo en la revista Nature, el equipo revela cómo buscaron explorar más el efecto para ver si ocurría en otras especies con pétalos grandes y planos similares.

Para hacerlo, examinaron los pétalos de 12 especies del árbol genealógico de la planta de flores, que van desde la bartonía dorada (Mentzelia lindleyi) hasta el tulipán oscuro conocido como “La reina de la noche”, utilizando una variedad de técnicas de microscopía. Para las 11 especies para las que había flores frescas disponibles, el equipo también observó cómo dispersan y difractan la luz.

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Los resultados revelan que la arquitectura de las nanoestructuras difería de una especie a otra, con algunas que muestran variaciones en las distancias de sus cordilleras, mientras que otras mostraron variaciones en sus alturas.

A pesar de estas diferencias, se encontró que todas las flores tenían un brillo iridiscente débil. Pero el equipo tropezó con una peculiaridad adicional: las crestas también dispersaron luz azul y ultravioleta. El resultado es que todas las flores parecían tener un “halo azul”, un efecto que el ojo humano puede ver para las flores con pigmentos oscuros.

El trabajo adicional usando modelos informáticos reveló que el halo azul no depende de la arquitectura específica de las pequeñas crestas, sino de su nivel de desorden, es decir, del grado de variación en sus alturas o espacios.

Con información de The Guardian