Conoce a Drácula, la garrapata que se dio un festín con los dinosaurios

Los científicos han descubierto que las bestias prehistóricas también tenían bichos chupadores de sangre, después de haber visto cadáveres de garrapata alojados en bultos de 99 millones de años de ámbar birmano junto con el material sobrante de los dinosaurios y sus nidos.

Investigadores del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford se asociaron con expertos españoles para examinar piezas de ámbar antiguo de Myanmar que contenían garrapatas, pedazos de escarabajos que se alimentaban de tejidos animales y al menos una pluma de un dinosaurio.

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Como en la película Jurassic Park, los organismos estaban inmaculadamente preservados en el ámbar, una forma fosilizada de resina de árbol, aunque los científicos descartaron cualquier esperanza de extraer su ADN porque las moléculas se consideran demasiado frágiles para sobrevivir durante decenas de millones de años.

Una dura garrapata de medio centímetro de longitud conservada en ámbar fue encontrada aferrándose a una pluma de dinosaurio, mientras que otras fueron encontradas con restos de escarabajos que se cree que infestaron los nidos donde los dinosaurios pusieron sus huevos. Entre el siniestro rastro de parásitos se encontraba una nueva especie, ahora extinta, llamada Deinocroton draculi o “terrible garrapata de Drácula” por el equipo británico y español, después de que se descubrió que uno estaba hinchado de sangre.

El material es la evidencia más convincente hasta la fecha de que las garrapatas chuparon la sangre de los dinosaurios emplumados, algunos de los cuales se convirtieron en aves modernas.

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Restos fosilizados de dinosaurios de dos patas llamados terópodos muestran que muchos estaban cubiertos con ricos plumajes de plumas, para el calor y la exhibición. Las últimas investigaciones sugieren que las garrapatas encontraron un hogar en las plumas de los dinosaurios, y se deleitaron con la sangre de los animales, al menos desde el período Cretácico, hace 100 millones de años.

Con información de The Guardian