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Gentrificación en Baja California

Al final, los homicidas, porque eso son aunque sus actos sean culposos y no dolosos, gozan de su plena libertad

Este fenómeno, aunque con una palabra que todavía no nos resulta familiar, está creciendo en Tijuana y en Baja California

Cientos de ciudadanos participaron en la tercer marcha contra la gentrificación en el corazón de la ciudad de México, en protesta por el desplazamiento de los residentes de colonias céntricas cuyos departamentos son vendidos o alquilados mediante plataformas a extranjeros con mayor poder adquisitivo.

Las rentas y los precios de un condominio en colonias como la tradicional Roma, Condesa, Santa María la Ribera y el propio centro histórico, están muy lejos del alcance de los habitantes de la capital del país, quienes han tenido que abandonar los departamentos que alquilaron a veces durante generaciones, para dar paso a nuevos proyectos más rentables en esas zonas caracterizadas por su ubicación, sus opciones de transporte y sus servicios públicos.

Según cálculos, anualmente 20 mil familias capitalinas son desplazadas de las casas que habitaron durante años, y este fenómeno, aunque con una palabra que todavía no nos resulta familiar, está creciendo en Tijuana y en general en diversos municipios de Baja California.

En nuestra frontera, colonias como La Cacho y circunvecinas, viven el mismo proceso de gentrificación que por cierto le dejó buenos dividendos a la pasada administración municipal cuyo secretario de gobierno, Miguel Angel Bujanda, fue señalado con frecuencia del cobro de 15 por ciento de los edificios de condominios a cambio de conceder los permisos de construcción.

Rosarito es casi desde hace varios años un ejemplo de este fenómeno pues fraccionamientos y terrenos fueron destinados al mercado estadounidense, aunque llegaron a registrarse casos de irregularidades que han alejado a muchos compradores.

El corredor Rosarito-Ensenada ya lleva décadas mostrando los mismos signos de gentrificación mientras que los connacionales deben replegarse a las colonias de la periferia.
En el caso de Tijuana, a zonas cada vez más peligrosas que se convirtieron en escondite y centro de operación de grupos criminales, mientras que en Rosarito, hablamos de colonias sin servicios básicos tan elementales como agua y electricidad.

Por lo que toca a Tecate, donde hay terrenos comercializados para la construcción de casas de campo, al igual que en el Valle de Guadalupe, se trata de propiedades destinadas al mercado estadounidense, por cierto sumamente contraído en estos momentos.

Aunque hoy por hoy la gentrificación sea motivo de alarma en ciudades como la de México y en algunos estados como Guanajuato, Baja California ya vive este fenómeno pero poco ha llamado la atención de nuestros representantes populares, salvo el caso de un diputado que pidió regular los aumentos de los alquileres así como el pago de estos en moneda nacional, tal como lo indica el código civil.