Gobierno intolerante, sordo y represor

Desde que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la república, el número de actos represivos se disparó dramáticamente en el país. Los opositores al gobierno son asesinados, desaparecidos, torturados y encarcelados por las policías y el ejército ante la mirada complaciente del presidente.

Ya desde su campaña política, el entonces candidato del PRI fue seriamente cuestionado por el movimiento estudiantil “Yo Soy 132”. Olas de protesta surgidas a lo largo y ancho de la república fueron ignoradas por el futuro presidente.

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Tres años después, en un país de 36 millones de jóvenes, la respuesta de Peña Nieto ha sido de total indiferencia a los urgentes requerimientos de ese importante segmento de la población.

La noche del 26 de septiembre de 2014, ocurrió la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero. El gobierno de Peña Nieto criminalizó las protestas de los padres y de la ciudadanía en general que exigían justicia.

Peña legitimó el uso de la fuerza contra las manifestaciones públicas y para demostrar que sus amenazas iban en serio reforzó el ejército con más soldados, nuevos cuarteles y adquirió armamento por 3 mil millones de dólares, incluyendo dos docenas de helicópteros fuertemente artillados, 2,200 vehículos blindados, decenas de miles de fusiles automáticos y 100 millones de proyectiles.

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En vez de diálogo, acercamiento y apertura, el gobierno de Peña Nieto ha respondido con balas a los reclamos de la población.

Apenas hace unos días, ocurrió una masacre de civiles en Oaxaca cuando la policía abrió fuego de manera indiscriminada contra una manifestación de maestros que exigen respeto a sus derechos laborales.

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¿Qué sigue? ¿A dónde nos lleva el presidente?

Enrique Peña Nieto acabó en tres años con la economía nacional, desmanteló Petróleos Mexicanos y entregó al extranjero los recursos mineros de la patria.

Ahora hizo pedazos también la tranquilidad y la paz social.
Enrique Peña Nieto acabó en tres años con la economía nacional, desmanteló Petróleos Mexicanos y entregó al extranjero los recursos mineros de la patria.

Ahora hizo pedazos también la tranquilidad y la paz social.

Repito: ¿Qué sigue?

¿Un estallido social? ¿Eso es lo que quiere el presidente?

Yo le hago un llamado a la cordura a Enrique Peña Nieto. Que deje de ser el presidente de la cúpula empresarial y se convierta en presidente de todos los mexicanos.

De lo contrario, será el pueblo de México quien siga padeciendo las consecuencias de su torpeza, cerrazón y barbarie.