Acosta Naranjo busca ganar la primer magistratura del país con solo tres años de trabajo
Fracasado político pero que vivió del presupuesto hasta el último momento, Guadalupe Acosta Naranjo se prepara para dar forma en 2027 a un nuevo partido político cuya meta será obtener el triunfo electoral en los comicios del 2030.
Los primero que hay que desear es que don Guadalupe llegue vivo y con suficiente recurso para concretar su sueño, el de un partido “sin ideología ni de derecha ni de izquierda”, y que de la nada, como si sacara un conejo de su sombrero de mago, gane la presidencia de la República en 2030.
Esta mal entendida imparcialidad, pone en aprietos a Guadalupe Acosta ya que no se alcanza a apreciar cuál será su mercado electoral, cuál será su propuesta y cuáles serán sus planteamientos, su plataforma, sus principios, sus documentos básicos. Es más, al día de hoy ni nombre tiene su Frankenstein.
Bien vista se trata de una meta harto ambiciosa si consideramos que Acosta Naranjo busca ganar la primer magistratura del país con solo tres años de trabajo, y si bien reconoce el triunfo de Morena en 2018 y en 2024, su corta memoria olvida el trabajo de Andrés Manuel López Obrador desde antes de que terminara la primera década del siglo XXI.
Otros políticos que mamaron del presupuesto sin siquiera importarles el triunfo, siempre y cuando conservaran sus prerrogativas y posiciones plurinominales para ellos mismos, son Jesús Ortega y Jesús Zambrano, quienes vendieron al Partido de la Revolución Democrática al mejor postor, al grado de llevarlo a la desaparición en el pasado proceso electoral del 2 de junio del 24, al no haber obtenido siquiera el mínimo del 3 por ciento del padrón electoral.
A este plan que desde ahora parece estar destinado al naufragio -algo así como los planes del coyote que busca atrapar al correcaminos-, se suma el de otro fracasado, el fallido actor y ultraconservador, Eduardo Verástegui, quien se ha pronunciado en contra de un sector político tan importante como las mujeres y las diversidades sexuales.
Aunque no puede decirse que se encuentren muy atrás de estos proyectos, el PRI y el PAN llegan al 2024 muy desdibujados, y si los procesos electorales les son adversos, el 2030 se traducirá en su inminente desaparición, tal como ocurrió con el hoy extinto PRD.