Haciéndose eco de una trama cinematográfica, pandillas chinas matan a vagabundos en una elaborada estafa minera

ALDEA SHISUN, China _ Los tres mineros se hicieron amigos de un hombre solitario y sin suerte y le ofrecieron trabajar en lo profundo de una mina de hierro en el este de China.

Después de trabajar juntos durante 10 días, los tres empujaron un peñasco por un pronunciado túnel, y el hombre murió aplastado. Lo reportaron como un accidente.

- Publicidad-

Días después, tres hombres y una mujer aparecieron en la mina, diciendo que eran familiares del hombre muerto y demandando una compensación. El dueño de la mina les ofreció 110,000 dólares si aceptaban no reportar la muerte a las autoridades.

Fiscales y la policía ahora dicen que esta muerte, en la provincia de Shandong en 2014, fue una de muchas en las cuales una sofisticada red de estafadores enviaron a hombres aislados y desesperados, algunos discapacitados mentalmente, y disfrazaron sus muertes como accidentes para sacar una compensación de los dueños de las minas.

La investigación condujo a la policía a la Aldea Shisun en el sudoeste de China, donde los asesinatos de mineros por dinero parecen haberse convertido en un pequeño negocio. De los 74 sospechosos encausados a fines de mayo por 17 asesinatos, hasta 40 son originarios de la Aldea Shisun, dijeron los fiscales. La policía declaró que seguía investigando reportes de otras 35 posibles víctimas.

- Publicidad -

Pero Shisun no es el único lugar donde han surgido esos casos.

Una búsqueda de fallos judiciales en línea y reportes noticiosos de veredictos de tribunales resulta en docenas de casos en toda China de pandillas que matan a vagabundos y trabajadores en los oscuros y aislados pozos profundos, y usan las muertes para defraudar a los dueños de las minas. Ha habido al menos 34 de esos caso en las últimas dos décadas, estimó la revista Caijing, un prominente semanario de negocios.

- Publicidad -

Las denuncias han provocado un angustiado debate en toda China sobre las fallas sociales y legales que condujeron a la gente a ganarse la vida asesinando a extraños vulnerables, y han avivado la especulación sobre si los delitos fueron inspirados por una sombría película de culto con una trama similar.

Shisun es una aldea agrícola miserable y desolada de 5,000 habitantes ubicada en las colinas cubiertas de maíz y bambú de la provincia de Yunnan.

Muchos aldeanos trabajan en fábricas y en sitios de construcción en provincias distantes, dejando la agricultura y la atención de los niños a padres y abuelos ancianos. Quienes se quedan a menudo viven en casas deterioradas de adobe y madera.

Pero en la calle principal, hileras de casas de concreto de tres pisos sugieren una naciente prosperidad.

Wang Fuxiang es dueño de una de esas casas, así como de un restaurante en una ciudad cercana. Con sus trajes elegantes y prendas informales vistosas, del tipo que se ve más a menudo en los golfistas de los suburbios que en los agricultores cubiertos de tierra, Wang, de 39 años de edad, parecía estar entre los pocos afortunados que habían escapado de la vida dura.

Pero no pasó inadvertido que Wang y otros varios aldeanos desaparecían abruptamente por días, semanas o meses, y regresaban con las manos llenas de dinero, el cual a menudo despilfarraban en un frenesí de apuestas, recordaron los vecinos. Algunos pensaban que los hombres estaban vendiendo drogas.

“Nunca me dijo qué hacía”, dijo la hija de Wang, Hu Yun, de 17 años de edad.

Hace unos dos años, ella empezó a sentir que algo estaba mal. “Empecé a tener la sensación de que había algo que no estaba bien en la forma en que había estado ganando dinero”, dijo recientemente en una entrevista en su casa.

Un agricultor de mediana edad que vivía cerca fue más franco. Pidiendo que no se usara su nombre por temor a recriminaciones, escribió una carta en caso de que nunca se le preguntara por los casos, en la cual decía: “Hay ocho casas en esta pequeña aldea que han sido construidas con sangre humana”.

El misterio empezó a revelarse hace dos años, cuando la policía de Yunan recibió un mensaje anónimo que decía que el hombre muerto en la mina de hierro de Shandong había estado trabajando bajo la identidad de otro hombre. (La verdadera identidad de la víctima, si ha sido determinada, no ha sido anunciada.) Otro asesinato
en una mina a fines de ese año en Mongolia Interior, una región del norte de China, también dejó indicios que apuntaban a la Aldea Shisun y áreas cercanas.

Los detectives llegaron a Shisun y empezaron a interrogar a los aldeanos. Lo que encontraron fueron pandillas organizadas dedicadas a los asesinatos seriales por dinero.

Algunos participantes reclutaban y mataban a las víctimas, tras ganarse su cooperación prometiéndoles buenos salarios, amistad, incluso matrimonio. Otros se hacían pasar por los familiares acongojados que aparecían en la mina para demandar la compensación, ha dicho la policía.

El otro lado de la ecuación que mantuvo en marcha el negocio son los dueños de las minas, que pagaban fuertes sumas a las familias impostoras para mantener en silencio las muertes. Si se reportaba un accidente fatal, los dueños temían que los reguladores de seguridad cerraran la mina durante meses mientras investigaban, según dijeron varios dueños de minas a la policía después de que los asesinatos salieron a la luz.

Si estos asesinatos suenan como la trama de una película de suspenso, quizá no sea coincidencia.

Un caso similar inspiró la cinta de 2003 “Pozo ciego”, un drama chino sobre dos hombres que matan a otros mineros por su compensación. En lo que parece ser un bucle incesante de la vida que imita al arte y el arte que imita a la vida, algunos funcionarios han dicho que la película se convirtió en un manual de instrucciones para los asesinatos recientes.

“Algunos espectadores vieron la película ‘Pozo ciego’ y encontraron una manera de enriquecerse”, dijo el gobierno distrital que supervisa a la Aldea Shisun en un aviso publicado afuera de la oficina del comité local. “Los culpables no mostraron compasión alguna por la vida y, en particular, parientes y amigos con deficiencias mentales se volvieron activos usados para obtener dinero”.

El director de la cinta, Li Yang, desestimó como “ridícula” la idea de que los sospechosos en rincones aislados del campo hubieran visto su película. Debido a su trama sombría, las autoridades chinas prohibieron la cinta antes de que fuera estrenada, y rara vez ha sido vista excepto por entusiastas del cine urbanos. Incluso Li tuvo dificultades para encontrar DVDs pirata de la misma, dijo.

Sin embargo, muchas personas han oído de la película, y cuando los casos empezaron a salir a la luz, inmediatamente fueron descritos como “los asesinados de ‘Pozo ciego’”.

Casos similares fueron primero del conocimiento nacional en China a fines de los años 90, cuando una pandilla con docenas de integrantes fue sentenciada por el asesinato de 28 trabajadores migrantes en la provincia de Shanxi. Esos asesinatos inspiraron la película, dijo Li.

Desde entonces, la trama de “Pozo ciego” se ha implantado firmemente en la sique nacional de un país salpicado de miles de minas notoriamente peligrosas. Más probablemente, la pandilla de Shisun se enteró de ella por el boca a boca.

Según registros judiciales disponibles, el ritmo de esos asesinatos parece haber repuntado en los últimos años, posiblemente porque los pagos de compensación han aumentado. Conforme los reguladores de China han puesto énfasis en la seguridad de las minas, reduciendo el número de accidentes, la regulación más estricta ha alentado perversamente a algunos operadores de minas a ocultar las víctimas y a pagar a sus familias, incrementando el incentivo para llevar a cabo los crímenes.

En 2011, nueve hombres del condado de Leibo en la provincia de Sichuan fueron sentenciados por crímenes similares, y la policía dijo que pandillas originarias de ahí habían cometido al menos 20 asesinatos en minas. En 2014, 21 acusados fueron sentenciados en Handan, en el norte de China, por el asesinato de cuatro trabajadores migrantes en accidentes de mina falsos. El año pasado, 10 hombres fueron sentenciados en la región de Ningxia por matar a cinco personas en la misma forma.

Wang fue arrestado a principios del año pasado. Su hija, Hu, reconoce que él podría tener sangre de inocentes en las manos.

“Pienso que hizo algo, pero no lo culpo”, dijo. “Estaba haciéndolo para que pudiéramos tener una vida mejor”.

Chris Buckley
© 2016 New York Times News Service