ARGENTINA.- Juan Manuel Ballestero vivían en Portugal cuando ocurrió el brote de covid-19 en el mundo, y a medida que la situación empeoró, el hombre quería reunirse con sus padres ancianos en Argentina a tiempo para el próximo 90 cumpleaños de su padre.
Sin embargo, los vuelos internacionales fueron cancelados, por lo que Ballestero tuvo que idear un plan alterno.
Con una deslumbrante distancia de 5 mil 600 millas y el Océano Atlántico entre él y su familia, Ballestero se enfrentó a un dilema aparentemente insuperable. Pero, el marinero de 47 años encontró una solución atrevida: simplemente navegar a casa.
Ballestero temía que el puerto local pronto comenzaría a restringir los viajes también. La urgencia de la situación lo dejó sin ventana para adivinar su decisión: en 24 horas decidió tomar el boleto de ida, y no había vuelta atrás.
Cuando estuvo listo para embarcarse, las autoridades de la pequeña isla portuguesa de Porto Santo le advirtieron que si se iba, no podría regresar.
“No quería quedarme como un cobarde en una isla donde no había casos”, dijo Ballestero al New York Times. “Quería hacer todo lo posible para regresar a casa. Lo más importante para mí era estar con mi familia “.
Pocos días después, después de aprovisionar su velero de 29 pies con lo que esperaba que fuera suficiente arroz, fruta, atún enlatado y vino para sostenerlo, Ballestero se preparó para pesar el ancla.
Confiando en llegaría a donde necesitaba ir, zarpó a mediados de marzo con la esperanza de tocar tierra en su puerto de origen de Mar del Plata en 75 días.
Cuando Ballestero llegó a casa, habían transcurrido 85 días. Inmediatamente después de ingresar al puerto, fue examinado para detectar COVID-19 y dio negativo, por lo que pudo ingresar.
Agotado pero extasiado, Juan Manuel y su padre se reunieron justo a tiempo para el Día del Padre.
Con información de Good News Network
