El huracán Michael desató una furiosa embestida en la península de Florida el miércoles, matando a dos personas y destrozando edificios antes de apuntar a Georgia y las Carolinas.
Los vientos de 155 mph de Michael al tocar tierra tenían solo 5 mph menos que el estatus de categoría 5, lo que la convierte en la tormenta más fuerte en los Estados Unidos desde que el huracán Andrew devastó el sur de Florida en 1992.
El gobernador Rick Scott, cuyo historial sobre el medio ambiente ha sido criticado por los críticos, advirtió que una tempestad de esta fuerza no había afectado a la zona en más de un siglo. Expertos externos señalaron que el cambio climático inducido por el hombre está aumentando la regularidad e intensidad de las tormentas de monstruos.
“Las comunidades van a ver una devastación inimaginable”, había advertido Scott.
Dos muertes han sido reportadas como resultado del huracán. Un hombre en el condado de Gadsden, Florida, fue asesinado después de que un árbol se estrellara contra el techo de su casa y se creía que un niño en el condado de Seminole, Georgia, fue asesinado después de que algo cayera en una casa que estaban visitando. Las autoridades dijeron que los detalles sobre la muerte del niño aún no estaban claros porque aún no habían podido llegar a la casa.
Ninguna tormenta de categoría 4 ha tocado tierra en la península, y el vasto tamaño de Michael significaba que los efectos se sentirían a lo largo de la costa desde Nueva Orleans hasta la Bahía de Tampa, y tierra adentro hasta las Carolinas.
A última hora de la noche del miércoles, el Centro Nacional de Huracanes dijo que la tormenta se había debilitado en tierra firme a una tormenta tropical.
Esta fue una tormenta muy, muy poderosa “, dijo Louis Uccellini, director del Servicio Nacional de Meteorología, a CNN. “Cuando la gente salga mañana y comience a hacer sus evaluaciones, se dará cuenta de lo poderosa que puede ser una tormenta de categoría 4. Vas a ver un área muy extensa de vientos dañinos en todo el centro de Georgia “.
Con información de The Guardian
