Javier Garciadiego: Carranza, el internacionalista

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De la popular frase del benemérito de las Américas Benito Juárez –“entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”– a la no menos insigne Doctrina Estrada, la tradición diplomática de México tiene un largo andar en la historia, cuyo inicio puede ubicarse el 3 de diciembre de 1810 en Guadalajara, Jalisco.

En esa fecha, apenas unos meses después de iniciada la gesta de Independencia, “don Miguel Hidalgo y otros jefes insurgentes otorgaron credenciales de embajador plenipotenciario a don Pascasio Ortiz de Letona”, con el fin de que se trasladara a Washington a buscar una alianza con Estados Unidos y conseguir armas para la guerra independiente, pero fue aprehendido por los realistas y se dio muerte por su propia mano.

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Así lo relata el historiador Jorge Flores Díaz (1896-1979) en su ensayo “Apuntes para una historia de la diplomacia mexicana”, publicado en el número 4 de la revista Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México (1972).
Pero la diplomacia mexicana de la actualidad se basa en los principios de la Doctrina Estrada que, a su vez, retomaron parte del ideario de política exterior que el presidente Venustiano Carranza dio a conocer durante la rendición de su tercer informe de gobierno en el Congreso de la Unión, el 1 de noviembre de 1918, y que se conocen como Doctrina Carranza.

El constitucionalista expresó en aquel acto: “La igualdad, el mutuo respeto a las instituciones y a las leyes, y la firme y constante voluntad de no intervenir jamás, bajo ningún pretexto, en los asuntos interiores de otros países… que el Ejecutivo a mi cargo ha seguido, procurando al mismo tiempo obtener para México un tratamiento igual al que otorga, esto es, que se le considere en calidad de Nación Soberana, como al igual de los demás pueblos; que sean respetadas sus leyes y sus instituciones y que no se intervenga en ninguna forma en sus negocios interiores”. (https://revistadigital.sre.gob.mx/images/stories/numeros/n39/hernandezvs.pdf).

Estudioso del movimiento constitucionalista, especialista en Carranza, el historiador Javier Garciadiego Dantán, expresidente de El Colegio de México (Colmex), habla del papel que tuvo el jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo entre 1914 y 1917, y presidente constitucional de México de 1917 a 1920.

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“Se dice que es un político conservador, puede serlo en materia política y económica, pero es muy progresista en materia cultural o internacional. Cuando me hablan de esas definiciones de conservador, siempre pregunto en qué ámbito.

“Carranza era un político con una definición nacionalista mucho más clara que Francisco Villa, quien tuvo una relación muy afable, muy plegada con Estados Unidos (EU) hasta 1915. Sí, Villa cambia y se vuelve el enemigo público número uno, pero hasta ese año. Y Emiliano Zapata –algo que no le voy a reclamar– no tenía una visión de la complejidad internacional porque vivía en Morelos y no tenía cerca la frontera. Para él los extranjeros eran españoles, hay documentos de cómo habla de los españoles en Morelos.”

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Explica el autor del libro 1913-1914: De Guadalupe a Teoloyucan, Ensayos de historia sociopolítica de la Revolución mexicana y Cultura y política en México, que Carranza nació en el estado de Coahuila, que formaba una unidad con Texas, se llamaba Coahuila-Texas, y cuando se pierde Texas, se pierde en realidad parte del territorio coahuilense. Eso es lo que hace que Carranza tenga esa visión más compleja que Villa o Zapata.

“Se suele decir que era un senador porfirista y hay que precisar que en realidad era reyista, y el reyismo (de Bernardo Reyes) dentro de las corrientes políticas porfiristas era más nacionalista que los científicos, quienes creían que el motor de la política económica debería ser la inversión extranjera. En cambio, Reyes creía en el empresariado local, por eso ayudó a la creación del grupo Monterrey. Carranza entonces trae un nacionalismo doble, por ser coahuilense y por ser reyista.

“No les estoy reclamando a Villa o a Zapata no haber sido tan nacionalistas como Carranza, no, cada quien en su contexto histórico. Cómo podría reclamarle eso a Zapata; no estaba en su órbita, no vivía en la frontera; las invasiones norteamericanas estaban en el norte de México, no en Morelos.”

Bases históricas

Para Garciadiego, Venustiano Carranza (1859-1920) es “el representante del nacionalismo diplomático mexicano”. Desde muy tempranas fechas define su doctrina y dice “que un país, por poderoso que sea, debe de respetar a otro país, por débil o pequeño que sea, palabras más, palabras menos”.

En esencia, la llamada Doctrina Carranza sostiene la igualdad entre naciones y establece el principio de no intervención, “a partir de la invasión militar norteamericana a México como respuesta a los ataques de Pancho Villa a Columbus”.

Y la Doctrina Estrada, que data de 1930, y se debe al canciller Genaro Estrada, reserva a México el derecho de mantener o romper relaciones con otro país, sin necesariamente aprobar o reprobar a su gobierno. Es decir, “en casos en los que se produce dentro de un Estado un cambio de gobierno a través de una ruptura del orden constitucional o por un golpe de Estado, el gobierno mexicano no emite un acto de reconocimiento, sino que se concreta a mantener o romper, en su caso, las relaciones diplomáticas”. (www.diputados.org.mx/sedia/sia/spi/DPI-ISS-08-05.pdf)

Las dos doctrinas, a decir de Garciadiego, son defensivas y base de nuestra política exterior, cuyos principios se encuentran contenidos en el artículo 89 de la Constitución Política desde 1931:

“La autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias internacionales; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos, y la lucha por la paz y la seguridad internacionales.”

–Se habla de que durante la invasión de Estados Unidos a Veracruz, Carranza toma un papel proactivo en la defensa del país –se le pregunta al especialista en Carranza.

–Es más complicado. La invasión se da en abril de 1914, cuando comenzó el descenso de los ataques a los ejércitos del centro, de la guerra contra Victoriano Huerta. Estados Unidos se entera de que va a llegar un armamento a Huerta y quiere evitarlo, eso favorecería a los ejércitos norteños que ya iniciaron el descenso, los de Villa y Álvaro Obregón. Pablo González todavía anda sin controlar el noroeste.

“Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, no quiere que lleguen las armas a Huerta para colaborar en su derrota y luego pedir su recompensa por la colaboración con amistad, con expresiones de simpatía”, subraya.

En ese contexto, añade, Carranza debe ser crítico con la invasión de Veracruz para no perder legitimidad interna, pero se enfrenta al dilema de que si es demasiado crítico perderá el suministro de armas para enfrentar a Huerta.

“Villa, astutamente, no dice nada, ‘no es mi responsabilidad la política exterior’, y Huerta hace un intento de unificación nacional: ‘luchemos contra el enemigo común y luego solucionemos nuestras diferencias entre hermanos’. Algunos caen en el garlito, incluso jefes zapatistas como Jesús El Tuerto Morales. Carranza dice: ‘no le hagan caso, nosotros vamos a continuar el avance al centro, no vamos a parar la campaña’. Continúan la campaña y Huerta sale huyendo.”

Finalmente, dice, Estados Unidos no va más allá de Veracruz, pues sólo le interesaba impedir que llegara el cargamento de armas a Huerta, aunque Wilson “quería dar la imagen de ser amigo del México revolucionario para proteger las inversiones estadunidenses en México; si él no toma esa posición hubiera habido expresiones de xenofobia contra esas inversiones”.

–¿La actitud de Carranza podría ser una lección ante la situación que vive México hoy con Estados Unidos?

–No soy experto en política exterior. Como mexicano diría que tenemos que negociar con el mundo entero, tenemos un vecino muy poderoso, a veces muy incómodo que además de vecino es un socio comercial muy fuerte, pero yo creo que siempre es bueno para negociar una dosis de dignidad. No necesariamente de agresividad, pero una dosis de dignidad te ayuda para una mejor negociación.

Villa vs. Carranza

Recuerda que durante la guerra mundial los dos países fueron aliados. Ha sido una historia de encuentro y confrontación. Un ejemplo fue la invasión tras el ataque de Villa a Columbus, pero aclara:

“Bueno, fue por unas horas y tuvo para Villa más repercusiones que para Estados Unidos, pues se cerró toda posibilidad de ser gobernante de México, porque Estados Unidos lo empezó a considerar un bandido.”

–¿Nunca le hubiera dado su reconocimiento, aunque hubiese ganado en una elección?

–El hubiese no se conjuga en historia. Villa demostró con eso no tener la madurez gubernamental, pero logró otra cosa que es la gloria histórica. Hay dos tipos de nacionalismo, el gubernamental de Carranza y el popular de Villa, por el ataque a Columbus. En el imaginario popular el enemigo de los gringos es Villa.

“Yo más bien plantearía una política exterior de mucha dignidad y de muy buen manejo, de mucho profesionalismo. Te doy dos notas que me llaman la atención. Cuando se expropiaron las compañías petroleras, que no el petróleo, porque ya era propiedad de la nación, Estados Unidos no rompió relaciones con México, porque Lázaro Cárdenas los convenció de que era mejor tener una política de indemnización y Roosevelt entendió que era mejor tener un aliado al sur de la frontera, aunque hubiera expropiado las compañías, porque se acercaba la segunda Guerra Mundial.”

Tampoco, dice, hubo rompimiento con Inglaterra. Y el representante de México ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, Isidro Fabela, al día siguiente de la expropiación, 19 de marzo de 1938, dio un discurso en el que condenó la política de la Alemania hitlerista y la anexión de Austria y la invasión de Italia a Etiopía.

“El mensaje fue: ‘podemos expropiar las compañías petroleras porque se excedieron en desconocer los laudos en favor de los trabajadores petroleros, pero somos antinazis, podemos ser aliados’. ¿Era importante militarmente la alianza con México? No, pero sí tener un aliado al sur de la frontera y tener el petróleo.

“Entonces, dignidad, profesionalismo, experiencia, y ver que las políticas exteriores no solamente son comerciales. La economía es un aspecto pero no es todo.”