Juguete caro

Que ya se ha escrito que el Congreso de Baja California es uno de los más caros e ineficientes de todo el país no sería novedad si no consideráramos que en estos días en que se renueva la XXI Legislatura, los diputados electos se alistan para ocupar sus lugares.

Al igual que otros poderes, el Legislativo cayó en los mismos vicios: nepotismo, favoritismo, amiguismo y compadrazgo, esos son los factores que cuentan a la hora de asignar un puesto, de otorgar un contrato, de favorecer con una licitación.

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Me ocupo de algunos ejemplos.

Durante su paso por una curul, la ex diputada Claudia Agatón, directora de Comunicación Social del Congreso en Mexicali, tuvo 6 años para aprender los vericuetos y las mañas del poder y del presupuesto.

Agatón sirvió al diputado Armando Reyes Ledesma, favoreció a una agencia pivada de publicidad y otorgó contratos a sus favoritos y mil y un etcéteras que podrían salir a la luz pública una vez que termine su gestión.

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Otro angelito es Francisco Alcibiabes Lizardi, un hombre que se metió a la política para hacer negocios. Además de impulsar la contratación de familiares como alguno que otro primo, sobrino y cuñado, este diputado de Movimiento Ciudadano es dueño de una cadena gasolineras instaladas a lo largo del Valle de Mexicali y se ha visto beneficiario con los contratos entre el gobierno del estado y una empresa de talleres mecánicos denominada Racota, a donde se llevan a reparar las patrullas en la capital del estado.

Ambos sujetos, Claudia Agatón y Francisco Alcibiades, llegan al Congreso a través de partidos rémoras como lo son el PT y Movimiento Ciudadano, meros membretes de pseudo democracia que en realidad le apuestan al ganador, sea quien sea.

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Se venden no al mejor postor, sino al mejor impostor.

Como estos dos angelitos hay más ejemplos que seguiremos comentando, pero por lo pronto, vayan dos botones de muestra para reflejar de qué forma los presupuestos millonarios sirven para favorecer a unos cuantos.