Junto al mar, donde llamaban las sirenas, un pueblo italiano atrae a los turistas con arte

PRAIANO, Italia _ Por lo general, cuando los turistas piensan en la costa de Amalfi, los asombrosos pueblos costeros de Positano y Amalfi, les llegan a la mente. Sin embargo, Praiano, una pequeña comunidad abrazada al acantilado entre sus vecinos famosos, espera cambiar eso.

Praiano, un pueblo con alrededor de 2,000 habitantes, no tiene la gracia de tener una amplia y atractiva playa o una elegante plaza junto al mar, donde los turistas puedan reunirse a tomar una copa de “prosecco”. La playa fue víctima de un derrumbe hace 90 años y el pueblo se extiende a lo largo del escabroso acantilado costero.

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Hace poco, los habitantes dieron a conocer un plan para atraer a los visitantes que quieran tomarse un descanso de las zonas atestadas de turistas en la costa. Llamado proyecto NaturArte, marca las calles de Praiano con placas de cerámica y esculturas, creando un tipo de museo al aire libre que se expande a lo largo de ocho rutas diferentes. La inspiración, dicen muchos de los planeadores, fue el Parque Güell de Antoni Gaudí en Barcelona, España, aunque a una escala menor.

“Queríamos darle una identidad fuerte al pueblo y hacerlo un destino final para los visitantes, no solo un lugar de paso”, dijo Roberto Pontecorvo, un miembro del consejo de administración de Agenda Praiano, una asociación comunitaria fundada en el 2013 para echar a andar el sentido de responsabilidad cívica del pueblo y, con suerte, su economía.

Praiano no es un lugar para quedarse embobado con la comodidad de un autobús con aire acondicionado. Debe saborearse a un ritmo lento, aunque solo sea porque los diversos itinerarios constan de muchas subidas y bajadas empinadas, con terrazas en las laderas y callejones, cuyo premio es que ofrecen grandes vistas de la costa. Los habitantes alardean que el pueblo ofrece las puestas de sol más bellas de la costa Amalfi.

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Como muchos pueblos a lo largo de la costa, Praiano tiene una tradición de las decoraciones en cerámica, incluida una red de pequeños santuarios religiosos, con siglos de antigüedad, hechos de azulejo de mayólica.

La cerámica también se usa para los nombres de las calles y las amonestaciones, como recoger las heces de los perros. En la gran plaza frente a la catedral con su domo de cerámica, un letrero advierte: “Prohibido jugar futbol”. Sin embargo, una cálida noche reciente, un grupo de muchachos desafió bulliciosamente la prohibición bajo una serie de luces de colores.

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Los ocho itinerarios artísticos, dados a conocer en mayo, siguen el mismo patrón zigzagueante que el de las calles, con esculturas en cerámica y paneles insertados en los duros muros de piedra del pueblo, a intervalos irregulares. Algunos praianesis, como se conoce a sus habitantes, han añadido sus propios toques artísticos a los recorridos.

Giuseppina de Rosa, quien está retirada, creó un colorido jardín elevado de flores y hierbas aromáticas _ tomillo, chiles picantes e hinojo silvestre _ a lo largo de un estrecho callejón que colinda con uno de los recorridos. La franja se ha convertido en atracción turística, comentó, “quizá, porque es tan hermosa”.

Los planificadores incluyeron obras de arte de ocho artistas que tienen vínculos con la zona. Las piezas, 150 en total, están inspiradas en paisajes, tradiciones y mitología. Después de todo, se trata de la zona en la que se dice que Ulises resistió el canto de las sirenas, un tema que tocan varios artistas.

“La idea era instalar esta cerámica en un lugar tan hermoso, donde la gente construyó su casa y los jardines en terraza están insertos en la naturaleza”, explicó Partizia Marchi, una de las artistas. Su paseo incluye coloridas máscaras de humanos y animales, va de Praiano al bosquey se llega a un convento dominico. “Parece un sitio mágico”.

En cambio, Paolo Sandulli, un ceramista y escultor, se concentró en capturar el espíritu de los pescadores que otrora sostuvieron a la mayor parte de la economía del pueblo, antes de que el turismo se convirtiera en una alternativa más próspera para muchas familias.

“Yo quería contar ese viejo mundo del mar”, conservando viva la memoria de los pescadores que murieron hace mucho, dijo Sandulli, quien trabaja en una vieja torre en la playa.

Los siete paneles de terracota de Sandulli flanquean un sendero que conduce a la playa Marina di Praia, una franja pedregosa que se localiza entre el acantilado.

El sendero, conocido como Via Terramare, se construyó en los 1950 y con él llegaron los primeros restaurantes y hoteles de Praiano, así como el club Africana Famous, un centro nocturno en la playa que ayudó a definir la “dolce vita” en aquel entonces y donde la gente todavía va a bailar.

Una tarde reciente, un hombre con una carretilla llena de cajas de vino caminaba por el sendero, sudando bajo al sol ardiente.

“Por acá, todo se transporta a mano”, dijo Sandulli.

La idea del proyecto empezó con un grupito de praianesis que contribuyeron con su dinero y su tiempo. Junto con el ayuntamiento del pueblo, la asociación recibió una subvención de 250,000 euros (alrededor de 275,000 dólares) de la Unión Europea, uno de 31 proyectos fondeados en la región de Campania.

Si bien aumentar el turismo era el objetivo central, el grupo también quería que se involucraran más habitantes. Forjar capital social era importante para la viabilidad de largo plazo del proyecto, explicaron. La mayoría de los residentes de Praiano trabajan en actividades relacionadas con el turismo en otros pueblos a lo largo de la costa, algo que los planificadores esperan cambiar.

Al prepararse para la inauguración de los itinerarios a finales de mayo, por ejemplo, un grupo de habitantes dedicados engalanaron las calles, encalaron los muros para borrar los grafitis, enterraron cables y arreglaron los letreros del pueblo.

Dos ingenieros en informática de Calabria que se enamoraron del proyecto, se integraron a la asociación, y desarrollaron un sitio web y su aplicación gratuita. A los dueños de las casas donde se colocaron los paneles de cerámica, se les pidió que se responsabilizaran de darles mantenimiento.

Giovanni di Martino, el alcalde de Praiano, dijo que, en su gestión, se había adoptado el plan de la Asociación y se había ampliado para incluir la restauración de templos religiosos.

La solicitud de fondos de la Unión Europea también incluyó la restauración de frescos del siglo XV en un convento local y la recuperación de veredas peatonales que conectan a Praiano con el “Camino de los Dioses”, un sendero espectacular, aunque físicamente desafiante, para recorrer la costa desde el pueblo de Agerola hasta Praiano.

“Tratamos de que todo el pueblo se involucre en torno a una noción más general del turismo, según la cual hasta la esquina de una casita puede ser un elemento de descubrimiento”, dijo el alcalde.

Luigi Zingales, un economista en la Escuela Booth de Negocios de la Universidad de Chicago, quien ayudó en la elaboración del borrador del modelo de capital social para la asociación, dijo que también hay un contexto político.

“Visto desde afuera, esto puede no parecer un gran logro”, dijo. “Pero en el sur, donde no hay una tradición de hacer las cosas de abajo hacia arriba, muestra que, de hecho, puedes hacer cosas con fondeo público, pero sin estar conectado” a políticos ni a intereses.

“Es un pasito para Praiano, pero un gran salto hacia delante para el sur de Italia”, añadió.

Elisabetta Povoledo
© 2016 New York Times News Service