Kiko vende un foco de inección

Gobernar un estado como Baja California no debe ser tarea fácil. Es tanta la gente, tantos los problemas, tan poco el tiempo y tan escasos los recursos (sobre todo si se les usa para enriquecer a los ya ricos, o crear nuevos ricos como ha venido sucediendo en los gobierno de Acción Nacional).

Pero la tarea no sería tan difícil si se escuchara a la gente, al pueblo que votó por esos gobernantes.

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Hay muchas soluciones que no están en la mano directa del mandatario, sino que deben ser llevadas a cabo por aquellos que infringen la ley, que incumplen con sus obligaciones, que omiten sus deberes.

Uno de estos casos es el que Primer Sistema de Noticias ha seguido puntualmente desde hace tiempo: en la colonia Río Alamar se encuentra (existe, dirían los reporteros novatos) un centro recreativo abandonado.

Debió haber sido impresionante en su tiempo por su tamaño: albercas, canchas, jardines, juegos para los niños, asadores, áreas para acampar. Al menos todo eso se aprecia desde las alturas. Tranquilamente el terreno debe medir unos 5 mil metros cuadrados.

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Es enorme.

Y así de enorme es un abandono. Las canchas lucen polvosas, los juegos oxidados, los jardines resecos y las albercas abandonadas, convertidas en una laguna verdosa, que genera millones de mosquitos y otras plagas.

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Los residentes de fraccionamientos de un nivel medio como Los Alamos, sufren por estas nubes de moscos. No los dejan tranquilos y temen que sean portadores de algunas de esas raras enfermedades de más raro nombre aún.

Los vecinos de colonias menos favorecidas, como la misma Río Alamar, sufren las de Caín: moscos, pulgas, chinches y garrapatas. No pueden dormir. No pueden vivir.

Su único consuelo, dicen, es que los compradores del fraccionamiento San Carlos también serán objeto de estas plagas que parecen bíblicas.

El San Carlos, es un desarrollo propiedad del gobernador Francisco Vega, quien de este modo expone a sus compradores a vivir cerca de un foco de infección.

Si bien este desarrollo que se construyó en la Vía Rápida sobre un terreno de 25 mil 600 metros cuadrados, y que consta de 180 departamentos que se venden a 800 mil pesos por unidad, aproximadamente.

Pero hasta ese conjunto llegan las nubes de moscos de las albercas y de la canalización del Río Tijuana, donde de entre la creciente vegetación surgen más moscos y alimañas, así como pútridos efluvios y miasmas pestilentes (hace mucho quería escribir esa frase).

Es el mismo escenario de otros conjuntos que se promueven con una gran exclusividad, como el fraccionamiento Puerta del Río, situado en las cercanías de la Clínica 1 del IMSS, y otros que corren la misma suerte: olores fétidos y moscos interminables.

Ese es el producto que ofrece el gobernador empresario. Ocupado en su vocación de marchante, no pudo instruir a su secretario de Salud (ya tuvo tres) a que ordenaran la limpieza de esas albercas que referimos, y que apremiaran a la federación a limpiar la canalización.

Hay que dudar que los compradores bien informados, accedan a adquirir condominios en un área que por decir lo menos, es un foco de infección