La batalla de Mosul pone a prueba la estrategia de Obama para quitarle a EU la carga de los combates

WASHINGTON _ Mientras las fuerzas iraquíes lanzan su largamente esperada campaña para retomar la ciudad de Mosul de manos del Estado Islámico, la doctrina del presidente Barack Obama de ayudar a otros países militarmente en lugar de encabezar cada lucha, se enfrenta a su mayor prueba hasta ahora.

El qué tan bien sale la campaña, no solo los combates en los próximos días y semanas, sino la reconstrucción de la ciudad en los meses posteriores, ayudará a definir el legado de Obama como un líder en tiempos de guerra que buscó sacar a Estados Unidos de las líneas del frente de la guerra contra el terrorismo.

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El lunes, al seguir la insistencia del presidente de que los iraquís lideraran, la Casa Blanca dijo que el primer ministro Haider al Abadi estaba “llevando la batuta”. Sin embargo, la realidad es que es probable que la mitad de las 5,000 tropas estadounidenses ahora en Irak se involucren en la operación, la cual, al final, podría requerir de 30,000 tropas iraquíes y kurdas.

Alrededor de 200 a 300 de los estadounidenses son comandos de operaciones especiales que asesoran a las tropas iraquíes y kurdas _ una misión que los colocará a unas cuantas millas atrás de las líneas del frente, desde donde se comunicarán con los soldados iraquíes por radio. Unas cuantas docenes son controladores aéreos avanzados que ya están llamando a los ataques aéreos en contra de blancos del Estado Islámico, dijo el teniente general Stephen Townsend, el comandante estadounidense encargado de la coalición en Irak y Siria.

Los otros estadounidenses son desde pilotos de helicópteros Apache hasta analistas de inteligencia en los cuarteles generales militares de Irak.

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“Nuestros hombres y mujeres en uniforme que están sirviendo en Irak se están arriesgando”, dijo Josh Earnest, el secretario de prensa de la Casa Blanca. “No hay uno solo, incluido el comandante en jefe, que minimizaría los riesgos que están tomando en nuestro nombre”.

Había otras tensiones para la Casa Blanca, incluida la necesidad, tanto aquí como en Irak, de presentar a Estados Unidos en un papel de apoyo, en lugar de en uno central. En un momento dado, Earnest notó que Estados Unidos ha ayudado a los iraquíes a estabilizar a otras dos ciudades más pequeñas, Ramadi y Tikrit.

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“Ya hemos hecho esto”, dijo Earnest, antes de detenerse, “debería decir, los iraquíes ya han hecho esto; a una escala menor”.

Mosul es el ejemplo más grande de un modelo de contraterrorismo que el gobierno de Obama ha establecido desde Afganistán hasta Libia. En Yemen, tropas de las fuerzas especiales están entrenando a fuerzas de seguridad para atacar a Al Qaeda. En Somalia, están haciendo lo propio con elementos somalíes y africanos para combatir a los extremistas de Al Shabab. En Siria, alrededor de 300 fuerzas especiales están auxiliando a los soldados kurdos y sirios árabes con el entrenamiento y el apoyo aéreo en la batalla contra el Estado Islámico.

“Necesitamos socios junto a nosotros para combatir a los terroristas”, dijo Obama en West Point, en el 2014, cuando les expuso la estrategia de contraterrorismo a los cadetes que se graduaban de la academia militar estadounidense.

Sin embargo, estas sociedades tienen trayectorias mixtas. En Irak, las tropas han sacado exitosamente al Estado Islámico de cada ciudad importante, a excepción de Mosul. Sin embargo, en Afganistán, el Talibán ha estado obteniendo logros constantes al hacerse con territorio que les ha quitado a las fuerzas de seguridad afganas, entrenadas por Estados Unidos. Ahora controla, al menos, 30 por ciento de Afganistán y amenaza a la ciudad norteña de Kunduz.

Estados Unidos ya falló una vez en el entrenamiento de tropas iraquíes. Después de 25,000 millones de dólares en ayuda y casi una década de entrenamiento, los iraquíes se rindieron ante el avance de los extremistas del Estado Islámico en el 2014.

Los críticos se han mofado del enfoque de Obama y lo han puesto de ejemplo de un “liderazgo desde atrás”. Sin embargo, otros oficiales dijeron que si se tiene éxito con la operación en Mosul, ello reivindicaría a Obama.

“La esencia es el resultado”, comentó Philip H. Gordon, un ex coordinador para la política en Oriente Próximo en el Consejo Nacional de Seguridad. “Cuando deje el cargo: ¿el EIIL se estará debilitando? ¿Estará derrotado aunque no destruido? Eso, más que ninguna otra cosa, determinará, en última instancia, cómo se juzga a la estrategia”.

“Existe una posibilidad decente de que la opinión sea positiva”, añadió.

Primero, no obstante, los iraquíes tienen que tomar Mosul, una campaña que la Casa Blanca reconoció se alargaría y sería difícil, y podría no completarse para cuando Obama deje el cargo en enero. Apenas el domingo, los blancos de los ataques estadounidenses incluían toda una gama de instalaciones del Estado Islámico cercanas a la ciudad, incluidos túneles, alijos de armamento, morteros y vehículos, según el comando militar en Bagdad.

Peter Cook, el secretario de prensa del Pentágono, dijo que era demasiado pronto para decir si las fuerzas estadounidenses acompañarían a las tropas iraquíes y kurdas dentro de la propia Mosul. “Hay estadounidenses en las afueras de la ciudad”, les comentó Cook a los reporteros y dijo que actualmente están tras las líneas del frente.

Lo que ha llevado a esta fase más reciente de la campaña ha sido los ataques con helicópteros Apache, equipados con misiles Hellfire, dirigidos contra blancos en el norte de Irak. No se utilizaron en las primeras horas de la batalla del lunes, dijo el Pentágono, porque los pilotos estadounidenses también están volando misiones de vigilancia y operando drones armados en la zona de combate, dijeron funcionarios.

Los comandantes estadounidenses han advertido que las fuerzas iraquíes y kurdas enfrentarán a una ciudad llena de trampas explosivas, trincheras llenas de petróleo y túneles subterráneos que les permitirán a los combatientes del Estado Islámico aparecer de repente y realizar ataques del tipo guerrillero en contra de las fuerzas gubernamentales.

Se espera que algunos combatientes del Estado Islámico, incluidos los extranjeros, peleen hasta morir. Sin embargo, es probable que otros retrocedan y traten de huir al oeste, y a la frontera con Siria.

Mark Landler and Eric Schmitt
© 2016 New York Times News Service