“La sociedad occidental está crónicamente privada del sueño”: la importancia del reloj biológico

El ciclo del día y de la noche en nuestro planeta es antiguo e inescapable, por lo que la idea de un reloj biológico podría no sonar tan radical. En la ciencia, sin embargo, hacer las preguntas “¿por qué?” y “cómo” sobre los acontecimientos más cotidianos puede requerir los mayores saltos de ingenio y producir las respuestas más interesantes.

Este fue el caso de tres biólogos estadounidenses, Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young, que a principios de esta semana recibieron el Premio Nobel en Medicina por su descubrimiento de los genes maestros que controlan los ritmos circadianos del cuerpo.

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Los primeros indicios de un reloj interno llegaron ya en el siglo XVIII cuando el científico francés Jean-Jacques d’Ortous de Mairan notó que las plantas mantenidas a una temperatura constante en un armario oscuro inesperadamente mantuvieron su ritmo diario de apertura y cierre de sus hojas. Sin embargo, De Mairan mismo concluyó que esto era porque podían “sentir el sol sin verlo nunca”.

Fue sólo cuando Hall, Rosbash y Young utilizaron moscas de la fruta para aislar un gen que controla el ritmo de la vida cotidiana de un organismo vivo que los científicos obtuvieron la primera visión real de nuestra maquinaria de mantenimiento del tiempo que “explica cómo las plantas tienen un reloj biológico para que esté sincronizado con las revoluciones de la Tierra “, dijo el comité del Premio Nobel.

Usando moscas de la fruta, el equipo identificó un gen del “período”, que codifica una proteína dentro de la célula durante la noche que después se degrada durante el día, en un ciclo de retroalimentación sin fin.

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El profesor Robash, de 73 años, miembro de la facultad de la Universidad de Brandeis en Waltham, Massachussetts, dijo que cuando publicó su artículo en la década de 1980 no tenía “pensamientos grandiosos” sobre la importancia del descubrimiento. Durante los años intermedios, la imagen ha cambiado.

“Ahora está bastante claro que tiene sus dedos en todo tipo de procesos básicos al influenciar una enorme fracción del genoma”, dijo.

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Con información de The Guardian