
La incertidumbre política en Baja California
En Baja California han ocurrido diversos acontecimientos que los actores políticos locales no han podido controlar, y quizá ni siquiera incidir en su rumbo. En las tertulias de café, la conclusión es la misma, se vive una incertidumbre política creciente rumbo a las elecciones de 2027.
La falta de claridad que atraviesa a Morena sobre quién encabezará el proyecto 2027-2033, y cómo se repartirán las cuotas de poder, afecta también al resto de los partidos. La oposición estatal carece de personajes con capacidad de convocar esperanza, y eso hace que la indefinición en el oficialismo se convierta en un lastre colectivo. Lo más grave es que este vacío político genera efectos colaterales en la economía, empresas que posponen inversiones y un clima de cautela reforzado por el factor agresivo de Estados Unidos.
La raíz de esta incertidumbre está en Palacio Nacional. Antes de resolver las sucesiones estatales, incluida Baja California, Morena tendrá que negociar con sus aliados del PT y el PVEM la reforma electoral y sus compensaciones.

Mientras no se conozca a la persona que defenderá la Cuarta Transformación en la entidad, todo es especulación. ¿Quién tomará las decisiones políticas? ¿Qué rumbo se marcará después de Marina del Pilar?
El calendario político tradicional sugiere que los “destapes” ocurran en 2027, pero no vivimos tiempos normales. La presión de Estados Unidos y el factor Trump obligan a Claudia Sheinbaum a mover fichas antes de tiempo. Washington observa con lupa, que no sean señalados por el Departamento del Tesoro, que pasen el filtro de la DEA, que tengan cualidades para enfrentar a un crimen organizado ya catalogado como terrorista. Los carteles son vistos como amenaza de la seguridad nacional en los Estados Unidos, aunque el mismo vecino del norte los financie y los arma y demanda sus drogas.

En este escenario complejo, la indefinición debería terminar este mismo año. La prolongación de la incertidumbre no solo mina la política local, sino que frena el desarrollo económico.
Sin interés popular por la oposición, la disputa real está dentro de Morena, y ese engrudo se ha hecho bolas. El temor constante es que Estados Unidos “patee la olla del arroz” con sanciones, aranceles o listas de presuntos.
La incertidumbre trae consecuencias visibles, inhibe la inversión, frena el consumo, dispara los costos y somete a mayor presión a la sociedad. No habrá programas sociales que alcancen si la economía sigue en pausa.
Los actores de la 4T, atrapados en fintas, blofeos y aventuras de alto riesgo, no generan certezas ni dentro ni fuera del gobierno. Y cada evento inesperado agrava la crisis.

Urge definir el proyecto que sigue. La falta de claridad se ha convertido en un juego perverso contra el interés nacional. En Baja California, la incertidumbre política ya es un factor estructural que condiciona tanto la vida política como el desarrollo económico. Mientras no se despeje quién tomará las decisiones en el futuro inmediato, la economía local y nacional permanecerán a la defensiva.
La pregunta no es solo quién encabezará Morena en 2027, sino si la incertidumbre sobre si dominará la política y la economía de la región. Incluso, a los gobiernos locales actuales les caería bien que se defina, ya saber quién sigue y luego que se coloqué en “modo avión”, así daría oxígeno al ejercicio del poder de los actuales gobiernos.