La innovación tecnológica más reciente de Japón: Envió de sacerdotes a domicilio

SAKAI, Japón _ El sacerdote budista de cabello rapado encendió incienso en un pequeño altar parecido a un armario al igual que habían hecho durante siglos los miembros de su orden. Mientras el sacerdote entonaba sutras, Yutaka Kai cerró los ojos y oró por su esposa, quien murió el año pasado de complicaciones de un reemplazo de rodilla.

Kai, de 68 años de edad, dejó de lado el devoto budismo de su familia cuando partió de su ciudad natal rural hace décadas para trabajar en una fábrica de neumáticos. Eso significó que Kai no tenía un templo local al cual recurrir para el primer aniversario de la muerte de su esposa, un hito para los budistas japoneses.

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Fue cuando entró el internet. En el moderno Japón, ahora se puede encontrar un sacerdote budista a solo unos clics de distancia, en Amazon.com.

 (Ko Sasaki/The New York Times)
(Ko Sasaki/The New York Times)

“Es asequible, y el precio es claro”, dijo el hijo mayor de Kai, Shuichi, de 40 años de edad. “Uno no tiene que preocuparse de cuánto se supone que tiene que dar”.

El sacerdote en el homenaje de Kai, Junku Soko, es parte de una polémica industria que está alterando los arreglos funerarios tradicionales en Japón. En un país donde las regulaciones y los intereses poderosos han obstaculizado a gran parte de la llamada economía del trabajo temporal _ Uber, por ejemplo, es apenas una presencia aquí _ una red de sacerdotes independientes está haciendo ganancias en la improbable esfera de la religión.

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Su iniciativa es vista por algunos como indecorosa, y ha provocado la condena de líderes budistas. Un grupo que representa a muchas sectas budistas de Japón se quejó públicamente después de que Amazon empezó a ofrecer el obosan-bin _ envío de sacerdotes a domicilio _ en su sitio japonés el año pasado en asociación con una empresa emergente local.

Pero los sacerdotes y sus simpatizantes dicen que están abordando necesidades reales. Afirman que el obosan-bin está ayudando a preservar las tradiciones budistas al hacerlos accesibles a los millones de personas en Japón que se han alejado de la religión.

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 (Ko Sasaki/The New York Times)
(Ko Sasaki/The New York Times)

“Los templos venden las velas de 10 yenes en 100 yenes”, dijo Soko, de 39 años de edad. “Están protegiendo sus propios intereses”.

Esos argumentos serán conocidos para cualquiera que haya visto a las compañías de comercio electrónico cambiar por completo a otras partes de la economía, desde la edición de libros hasta aerolíneas, taxis y hoteles.

En Japón, incluso en áreas mucho menos sensibles que la religión, los recién llegados a menudo reciben una fría recepción, y las empresas emergentes son más raras que en otros países ricos. Entre las explicaciones están una escasez de capital aventurero, la influencia política ejercida por las empresas establecidas y una cultura que valora la estabilidad por encima de la destrucción creativa que impulsa el crecimiento en países como Estados Unidos.

Sin embargo, la religión podría resultar ser una excepción. Es tan opaca _ y está tan alejada de la vida cotidiana de muchos japoneses modernos _ que un poco de disrupción tecnológica podría resultar bienvenida.

Lo que está en juego es tanto material como espiritual. Como con las instituciones religiosas en muchos otros países, los templos en Japón reciben generosas exenciones fiscales.

“Si se convierte en un pago por servicios en vez de una donación, y el gobierno dice: ‘Muy bien, vamos a cobrarles impuestos como a un negocio común’, ¿cómo se supone que lo vamos a objetar?”, dijo Hanyu Kakubo, un sacerdote en la Federación Budista de Japón, que se opone al obosan-bin.

Como con los seguidores de muchas religiones, los budistas típicamente dan donaciones a los sacerdotes por sus servicios. Los proponentes del obosan-bin argumentan que los templos convencionales ya operan como empresas, las cuales ponen a los clientes en desventaja a través de una fijación de precios turbia. La cantidad es dejada a criterio del donador, una costumbre que lleva a muchos a pagar en exceso, dijo Soko.

“No quieren hacer las cosas claras”, dijo.

Mucha de la reacción en Japón al obosan-bin ha sido positiva, por razones igualmente familiares: ofrece conveniencia y precios bajos y predecibles.

(Ko Sasaki/The New York Times)
(Ko Sasaki/The New York Times)

“Ha habido fieras críticas de parte del mundo budista, pero en estos días muchas personas están abandonando del todo los funerales religiosos”, dijo Noriyuki Ueda, un antropólogo que estudia el budismo en el Instituto de Tecnología de Tokio. “Al menos las personas que usan el obosan-bin piensan que tener un sacerdote es necesario”.

Kakubo de la federación budista admitió que muchos templos han hecho un mal trabajo en adaptarse.

“Necesitamos reflexionar sobre el hecho de que hemos creado esta situación en la cual la gente siente que debe recurrir al internet”, dijo, y añadió: “¿Estamos protegiendo nuestros intereses creados? Sí, obviamente”.

El proceso de reservar a un sacerdote en Amazon puede sentirse desconcertantemente profano. Los usuarios dan clic en una de varias opciones y la añaden a un carrito de compras virtual, al igual que lo harían con un extractor de jugos o un par de zapatos. Los precios son fijos. Una ceremonia de homenaje básica en la casa del difunto cuesta 35,000 yenes (344 dólares).

El paquete más caro, con un segundo servicio en un cementerio y el otorgamiento de un nombre budista póstumo especial, cuesta 65,000 yenes.

El obosan-bin fue idea originalmente de Minrevi, una empresa emergente de internet con fines de lucro. Antes de firmar un acuerdo con Amazon el año pasado, creó una red de 400 sacerdotes y tomaba reservaciones en su propio sitio web, el cual aún conserva, así como por teléfono. Dice que se queda con un 30 por ciento de las comisiones que cobra; el resto va para el sacerdote.

La compañía ha añadido otros 100 sacerdotes para satisfacer la demanda generada por su nueva asociación con Amazon, dijo Jumpei Masano, un vocero. Espera que las reservaciones aumenten en 20 por ciento este año, a alrededor de 12,000.

“Muchas personas no tienen ninguna conexión con un templo, así que no saben a dónde recurrir o qué hacer cuando tienen que organizar un funeral”, dijo Masano. “Vimos una necesidad ahí”.

Amazon declinó hacer comentarios. En una respuesta por escrito a la asociación budista en abril, reportada por medios noticiosos japoneses, dijo que su objetivo era “ofrecer tanta información como fuera posible” a sus usuarios de manera que “puedan tomar sus propias decisiones”.

Hoy, 70 por ciento de los japoneses se identifican en sondeos como no religiosos o ateos aunque muchos dijeron que aún seguían las costumbres religiosas tradicionales como ir al santuario shinto en Año Nuevo o visitar periódicamente las tumbas de sus ancestros.

La nuera de Kai encontró el sitio web de Minrevi. Su única solicitud fue que el sacerdote perteneciera a la orden a la cual la familia Kai había pertenecido en su ciudad natal, en la prefectura de Ehime en la isla de Shikoku.

Soko encajó en la descripción. En la ceremonia, que tuvo lugar en el departamento de Kai, Soko ofreció una breve homilía sobre la fe y el recordar a los muertos.

Los Kai parecían satisfechos: dijeron que solicitarían los servicios de Soko en el próximo aniversario fúnebre importante, dentro de dos años.

Soko dijo que las innovaciones como el obosan-bin son vitales para la supervivencia del budismo. Las congregaciones que hacen donaciones a la mayoría de los templos están disminuyendo como resultado del cambio social y la despoblación rural.

Los ingresos también se están reduciendo. Los ingresos en los templos y otras instituciones religiosas han caído en un tercio en los últimos 20 años, mayormente debido al goteo en las donaciones regulares de parte de los miembros veteranos, según la Agencia para Asuntos Culturales del gobierno.

“En el seminario, te enseñan a cantar sutras, pero no te dicen nada sobre cómo administrar un templo”, dijo Soko. “Nosotros tenemos que intentar cosas nuevas”.

Jonathan Soble
© 2016 New York Times News Service