CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La cinta dirigida por Damien Chazelle es más que una historia de amor con cuadros musicales: es una conmovedora historia sobre las oportunidades que da la vida y la forma en que las enfrentamos y tomamos decisiones; es también una reinvención del cine musical y un despliegue de talento actoral y de dirección. No por nada está nominada a 14 premios de la academia.
La la Land: Una historia de amor (La la Landa, EU-2016) gira en torno a Sebastian (Ryan Goslin) y Mia (Emma Stone), dos artistas que luchan por hallar su lugar en el medio al que pertenecen, dos almas que se debaten entre la desilusión y el idealismo.
Sebastian es un músico amante del jazz que sueña con tener su propio bar, donde obviamente se tocará jazz, pero el problema es que las nuevas generaciones no oyen esa música… el género se está muriendo. Sin embargo, él no quiere cambiar su punto de vista. Por lo pronto, trabaja como pianista en un restaurante donde prácticamente es invisible.
Ella es una aspirante a actriz que trabaja como barista en la cafetería de un estudio cinematográfico, que vive frustrada por la constante exposición a los castings, en los que por cierto no ha quedado en nada.
Ambos personajes se encuentran de manera inesperada, en el momento preciso en que necesitan creer en algo. El flechazo no es inmediato, pero esto sólo alarga un poco el tiempo para el romance que se desarrolla a lo largo de cuatro estaciones, donde los protagonistas vivirán hermosas fantasías que poco a poco se irán erosionando hasta llegar a un punto en que sus sueños podrían morir.
La la Land: Una historia de amor posee el espíritu de los musicales clásicos del cine, llenos de color, alegría y nostalgia, pero con un aire moderno, es decir, no sentimos que estamos viendo una película vieja; la cinta nos hace soñar y luego nos lleva al piso, para después mostrarnos que hay un mundo más allá del aparente fracaso.
Emma Stone y Ryan Goslin hacen un despliegue de talento fabuloso: actúan, cantan y bailan de tal manera que desde los primeros minutos nos tienen en la bolsa.
La la Land: Una historia de amor es una estupenda película, y es probable que arrase en la ceremonia del Oscar; sin embargo, no es ese tipo de películas que uno podría decir que le cambiaron la vida; no es de esas en las que uno sale de la sala pensando y pensando en lo que acaba de ver.
