La mancha en el legado de Obama

Nuestra excusa por no haber logrado responder a atrocidades masivas solía ser que no apreciamos plenamente los horrores sino hasta que fue demasiado tarde. “Si tan solo hubiéramos sabido”, se convirtió en un refrán, al lado de “¡Nunca más!”

En Siria, estamos privados de esta excusa: tenemos una ventana diaria a crímenes de guerra. Si usted está en Twitter, siga a una niña de 7 años de edad en Alepo, Bana al-Abed, @alabedbana, quien está tuiteando con la ayuda de su madre la carnicería a su alrededor.

- Publicidad-

Uno de los tuits muestra un videoclip de Bana asomada por la ventana y tapándose los oídos mientras caen las bombas. “Tengo mucho miedo de que vaya a morir esta noche”, temía en imperfecto inglés. “Estas bombas me matarán ahora”.

“Esta es la casa bombardeada de mi amiga”, tuiteó Bana con una foto. “Ella está muerta. “La extraño muchísimo”.

Su madre, Fatemá, maestra de inglés que ha estado enseñándole inglés a Bana durante varios años, también interviene.

- Publicidad -

“Durmiendo mientras puedes oír las bombas cayendo”, escribió Fatemá en Twitter. “Mañana tuitearé si estamos vivas”.

Entrevisté a Fatemá y Bana por correo electrónico, al cual tienen acceso a través de un teléfono celular que recargan con un panel solar. La escuela de Bana fue destruida por una bomba el año pasado, y Fatemá dijo que ambas estaban sobreviviendo de pasta y arroz que ahora se les estaba acabando.

- Publicidad -

“Bana está muy débil”, me dijo su mamá.

Rusia y Siria a todas luces están atacando deliberadamente a civiles como Bana. Todo parece indicar que el objetivo es bombardear y matar de hambre a los civiles para agotarlos y someterlos, para que huyan o ya no apoyen a la oposición, o para que apoyen a extremistas considerados mejores combatientes. Eso apuntalaría la narrativa del gobierno ruso en el sentido que la oposición está integrada de terroristas que deben ser combatidos.

Para aquellos de nosotros que por lo general admiramos al Presidente Barack Obama como un hombre de principios, es desgarrador ver esta parálisis. Como yo lo veo, Siria ha sido su peor error, una enorme mancha sobre su legado.

No podemos tener la certeza de que estrategias más robustas promovidas por Hillary Clinton, David Petraeus, John Kerry y otros habrían tenido éxito, pero el enfoque de Obama ha fallado de manera manifiesta; y tras cinco años, debería ser el momento de reconsiderar la estrategia.

Algunos de ustedes están pensando (se abren cursivas) Esto es horrendo, ¿pero qué puede hacer Occidente? (se cierran cursivas). En una columna anterior, cité las palabras de un ex vicepresidente del Estado Mayor Conjunto de EU, James Cartwright, con respecto a las “muchas cosas que podemos estar haciendo ahora” en Siria. Charles Lister, autor de un libro reciente sobre Siria, ha escrito un detallado plan de acción de nueve páginas para Estados Unidos. Yo he sugerido horadar pistas de aviación de los militares sirios con misiles disparados desde Turquía para que, de esa forma, aeronaves del ejército de Siria no puedan despegar (oficiales turcos me han dicho que ellos aceptarían esto).

Por supuesto, no deberíamos despachar tropas por tierra. Sin embargo, si hubiéramos perforado las pistas sirias varios años atrás, como muchos sugirieron, se habrían reducido los horrores de las bombas de barril.

Una indicación de que es factible reducir el bombardeo de Siria es que ya lo estamos haciendo. En agosto, Estados Unidos impuso discretamente una zona de exclusión aérea de facto sobre partes del norte de Siria, donde se localizan asesores estadounidenses. Desconfío del aventurismo militar y me opuse a la Guerra de Irak y el repunte de tropas en Afganistán, pero también noto que en lugares desde Kósovo hasta el Kurdistán, la caja de herramientas militares ha salvado vidas. El mismo Obama condujo una intervención militar sobre el monte Sinyar, en la frontera entre Irak y Siria, que salvó las vidas de miles de yazidíes.

El gobierno sirio ha demostrado que no responde a llamados morales sino a creíbles amenazas de fuerza militar. En 2013, cuando todo parecía indicar que Obama pudiera ordenar ataques por aire, Siria se apresuró a renunciar al armamento químico. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, le ha suplicado a la Casa Blanca más y decisivas medidas militares, precisamente para volver más alcanzable un cese al fuego; en vez de eso, Obama socavó a su secretario de Estado y le negó influencia.

Como senador, Obama solía quejarse conmigo y otros de que el Presidente George W. Bush fue demasiado pasivo con respecto a las atrocidades en Darfur. “Yo apoyo con firmeza que nosotros hagamos lo que hace falta para detener la matanza que se está desarrollando, y creo que zonas de exclusión aérea tienen que formar parte de esa fórmula”, me dijo Obama en 2006. Debería escucharse a sí mismo”.

Miren, horadar pistas de aviación pudiera no funcionar. Para los que estamos al margen resulta fácil agitar; todo es siempre más complejo de lo que parece. Con la excepción de cuando es más simple: Bill Clinton dice que su mayor error de política exterior fue no haber detenido el genocidio en Ruanda.

Sostengamos esta discusión, y reconozcamos de la misma forma los riesgos de seguir pasivos. Hasta ahora, la parálisis de Obama ha sido vinculada con la pérdida de quizá medio millón de vidas en Siria, el ascenso de grupos extremistas como el Estado Islámico, genocidio en contra de los yazidíes y cristianos, la peor crisis de refugiados en más de 60 años, así como el ascenso de grupos ultranacionalistas en Europa. Alepo pudiera caer, y vidas como la de Bana penden de un hilo.

Si no actuamos después de medio millón de muertes, ¿lo haremos después de 1 millón? ¿Después de 2 millones? ¿Cuándo?

Póngase en contacto con Kristof en Facebook.com/Kristof, Twitter.com/NickKristof o por correo postal escribiéndole a: The New York Times, 620 Eighth Ave., New York, NY 10018.

Nicholas Kristof
© The New York Times 2016