La prohibición china del marfil entusiasma a los conservacionistas

China anunció el viernes 30 de diciembre que prohibirá todo tipo de comercio de marfil para finales de 2017, una estrategia que acabará con el mercado de marfil más grande del mundo y podría representar un golpe crítico a la caza furtiva de elefantes en África.

La decisión de China llega tras años de aumento de la presión local e internacional y los defensores de la fauna silvestre tienen la esperanza de que esta medida ayude a evitar la extinción de ciertas poblaciones de elefantes en África.

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“El anuncio de China cambia la situación de la conservación de elefantes”, dijo en una declaración escrita Carter Roberts, presidente y director ejecutivo del Fondo Mundial para la Naturaleza. “Junto con que Estados Unidos puso fin a su comercio interno de marfil a principios de año, dos de los mercados de marfil más grandes han tomado acciones que tendrán consecuencias en todo el mundo”.

Según algunos cálculos, más de cien mil elefantes fueron aniquilados en África en los últimos diez años en una lucha despiadada por el marfil, motivada por la demanda china. Algunos inversionistas chinos llaman al marfil el “oro blanco”, mientras que para escultores y coleccionistas es la “gema orgánica”.

Elly Pepper, una defensora de la vida silvestre en el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, con sede en Nueva York, escribió que el anuncio de China “podría ser el signo más grande de esperanza para los elefantes desde que inició la actual crisis de caza furtiva”.

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Los proteccionistas sostienen hace años que el paso más importante para acabar con el negocio de los cazadores clandestinos es terminar con la industria del marfil en China.

Desde hace tiempo han promovido campañas públicas para avergonzar a China y pedirle que cumpla con sus responsabilidades globales, en una época en la que el perfil de China se ha fortalecido en el escenario mundial. Sin embargo, el éxito de la nueva política depende de qué tan estrictamente se haga cumplir esta decisión.

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Los investigadores de la fauna estiman que de 50 a 70 por ciento de todo el marfil de elefante que se trafica, o incluso más, acaba en China, donde hay innumerables talleres y galerías de objetos de este material.

En el anuncio, el Consejo Estatal, el gabinete de China, dijo que el cierre del mercado —que incluye todo el procesamiento y las ventas de marfil— podría ocurrir de manera escalonada a lo largo de 2017.

En la primera fase, un grupo designado de fábricas y negocios de procesamiento legal de marfil sería obligado a cerrar para el 31 de marzo. El Ministerio de Cultura ayudará en la transición para que el marfil legal se lleve a museos y otros sitios culturales y colaborará con los trabajadores de la industria, incluyendo a los maestros escultores, para que encuentren trabajos relacionados.

Con base en las nuevas reglas, las personas que posean productos de marfil podrán conservarlos u ofrecerlos como regalo, y los propietarios podrán venderlos en subastas supervisadas después de obtener aprobación oficial. Los conservacionistas creen que el gobierno es sincero en su intención de no permitir ningún mercado de marfil local importante.

“Los traficantes de marfil acaban de perder a uno de sus mercados más grandes”, dijo Aili Kang, director ejecutivo para Asia de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre.

La corrupción y el caos en muchas partes de África central, donde deambulan las manadas más grandes de elefantes, alimentan el tráfico. Los cazadores furtivos y los grupos rebeldes en la República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Chad y Sudán del Sur han desatado conflictos y una crisis que derivó en la masacre de miles de elefantes, cuyas ganancias muchas veces se usaron para comprar más armas. Al igual que los diamantes de sangre en África occidental a finales de los noventa, el marfil se ha vuelto el nuevo recurso para los conflictos de África.

Los científicos dicen que, por primera vez en años, se matan más elefantes de los que nacen y sus poblaciones están disminuyendo a un ritmo constante.

Los colmillos suelen venderse a intermediarios africanos que pagan a funcionarios corruptos, ya sea para ignorar la situación o participar en el contrabando. Mombasa, en Kenia, es uno de los puertos de marfil más conocidos.

Iain Douglas-Hamilton, fundador de Save the Elephants, un grupo de defensores de la fauna en África, ha trabajado durante años para que China rechace el comercio de marfil. “China está en transición de ser el principal problema a la principal solución”, dijo, y se refirió al anuncio del viernes como “la noticia más asombrosa y maravillosa” que puede haber.

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