La rama afgana del EI está lejos de estar aniquilada tras la muerte de su líder

Jalalabad, Afganistán | AFP | sábado 13/08/2016 

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La muerte del jefe del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Afganistán y en Pakistán supone un duro golpe para la organización, pero lo expertos estiman que la “franquicia” está lejos de estar desmantelada en la región.

El Pentágono anunció que Hafez Said fue abatido en julio por un bombardeo estadounidense en la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, en el marco de una operación conjunta con tropas locales tras el atentado en el que murieron 80 personas de la minoría hazara en Kabul el 23 de julio.

Su muerte es la segunda de un responsable de alto rango por fuego estadounidense en la región, lo que sin duda es un revés para las aspiraciones del EI de instalarse en la zona, lejos de su base de operaciones en Irak y en Siria.

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“La muerte del líder del EI Hafez Said es un golpe mayor para el grupo que ahora va a tener problemas para avanzar sin un liderazgo sólido”, comentó el sábado a la AFP desde Kabul el politólogo Harun Mir. “Sin embargo, la amenaza en la región está lejos que estar extinta”, indicó.

El atentado del 23 de julio en Kabul fue el peor ataque en la capital afgana en 15 años y marcó un giro en la estrategia de la organización, que mostró su capacidad de operar fuera del este del país, donde se caracterizó por la brutalidad de sus acciones.

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Entonces, las autoridades habían descartado el inicio de una ofensiva mayor, argumentando que el grupo está bajo la presión doble de los bombardeos estadounidenses y las acciones terrestres de las tropas afganas.

Para los responsables militares estadounidenses, la presencia del grupo tiende incluso a la baja, ya que los combatientes están confinados en dos o tres distritos de Nangarhar, mientras que en enero ocupaban nueve.

Sin embargo, los habitantes de la provincia aseguran que el EI sigue ejerciendo la tiranía en la región.