La urgencia de combatir la obesidad infantil

Enfermedades que amenazan la vida como la enfermedad cardiaca, cáncer, embolia y diabetes Tipo 2 afligen con mayor frecuencia a los adultos. Sin embargo, a menudo son consecuencias de obesidad infantil.

Dos nuevos estudios, conducidos entre más de medio millón de niños en Dinamarca que fueron seguidos durante muchos años, vincularon un alto índice de masa corporal en niños con un riesgo mayor de presentar cáncer de colon y sufrir embolias a edad temprana en la adultez. Estos estudios, presentados en la Cumbre Europea de Obesidad en Gotemburgo, Suecia, esta primavera, ponen de relieve la importancia de prevenir y revertir aumento indebido de peso en niños pequeños y adolescentes.

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Un estudio, entre más de 257,623 personas, por parte del Dr. Britt Wang Jensen y colegas en el Instituto de Medicina Preventiva en Bispebjerg, Dinamarca, y el Hospital Frederiksberg en Copenhague, agrupó a menores con base en desviaciones estándar de un mal Índice de Masa Corporal o IMC, ajustado para la edad y sexo del menor.

Encontraron que cada unidad de aumento al tener sobrepeso a los 13 años, correspondiente por lo general con un aumento de dos a tres puntos en el IMC, incrementaba el riesgo de presentar cáncer de colon en 9 por ciento, en tanto el de cáncer rectal generaba un aumento de 11 por ciento.

El segundo estudio, que involucró a 307,677 personas danesas nacidas de 1930 a 1987 y dirigido por el Dr. Line Klingen Haugaard, usó un agrupamiento similar de IMC. El riesgo de presentar una embolia relacionada con un coágulo en las primeras etapas de la vida adulta aumentó en 26 por ciento en mujeres y 21 por ciento en hombres por cada unidad de aumento al tener sobrepeso en todas las etapas de la infancia, pero particularmente a los 13 años de edad.

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Si bien ninguno de los estudios prueba que el exceso de peso en la infancia en sí, a diferencia de tener sobrepeso en la adultez, es responsable de tasas mayores de cáncer y embolia, los niños con sobrepeso tienen probabilidades mucho mayores de convertirse en adultos excedidos de peso… a menos que adopten y mantengan patrones más saludables de alimentación y ejercicio.

Con base en la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente, la obesidad se desarrolla con mayor frecuencia de los 5 a los 6 años de edad o durante los años de la adolescencia, en tanto “estudios han demostrado que un menor que es obeso entre los 10 y 13 años de edad tiene probabilidades de 80 por ciento de convertirse en un adulto obeso”.

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En un estudio publicado en 2014 en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, Solveig A. Cunningham y colegas en la Universidad Emory descubrieron que “menores de 5 años de edad con sobrepeso tenían probabilidades cuatro veces mayores que los niños con peso normal de volverse obesos para los 14 años”. Este estudio, que involucró una muestra representativa de 7,738 alumnos de jardín de niños, arrojó que el riesgo de volverse obeso no difería por estatus socioeconómico, raza o grupo étnico, o peso al nacer. Más bien, mostraba que el aumento excesivo de peso en las primeras etapas de la vida es un factor de riesgo para obesidad más adelante en la infancia a lo largo de toda la población.

Por lo general, los niños son considerados obesos cuando su IMC está en o por arriba del 95 percentil respecto de otros de la misma edad y sexo. Actualmente, alrededor de un tercio de los menores estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. Para 2012, informan los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EU, el 18 por ciento de los niños y 21 por ciento de los adolescentes eran obesos.

Los efectos adversos del exceso de peso en la infancia y adolescencia no necesariamente esperan para aparecer más adelante en la vida. En una revisión de complicaciones resultantes de obesidad juvenil, el Dr. Stephen R. Daniels, pediatra en la facultad de medicina de la Universidad de Colorado en Denver, encontró que problemas en muchos sistemas orgánicos a menudo fueron aparentes mucho antes de la adultez. Incluyen hipertensión arterial; resistencia a la insulina y diabetes Tipo 2; altos niveles de triglicéridos en sangre que dañan al corazón y bajos niveles de la protectora lipoproteína de alta densidad, o colesterol HDL; enfermedad del hígado no-alcohólica; apnea obstructiva del sueño, asma; así como tensión excesiva sobre el sistema musculo esquelético resultante en desarrollo óseo anormal, dolor de rodillas y cadera, y dificultad para caminar.

Los problemas de la obesidad juvenil van más allá de los de tipo físico. Los adolescentes obesos tienen índices mayores de depresión, que en sí puede fomentar patrones de alimentación y ejercicio deficientes que se suman a su problema de peso y resultan en una calidad deficiente de vida que persiste hasta la adultez.

En un estudio conducido en Singapur, los investigadores informaron que “los individuos que eran obesos en la infancia tienen probabilidades mayores de tener una pobre imagen corporal y baja autoestima y confianza, incluso más que aquéllos con obesidad empezando en la adultez”.

Otro estudio por parte del Dr. Jeffrey B. Schwimmer de la Universidad de California, en San Diego, y colegas arrojó que los menores y adolescentes obesos informaron de una calidad de vida disminuida que era comparable a la de niños con cáncer.

Tomados en conjunto, los datos hablan de la crucial importancia de prevenir los aumentos indebidos de peso en menores, tarea que depende en buena medida de los padres, quienes son responsables de lo que comen los niños y de la cantidad, así como cuánta actividad física desempeñen. En las palabras de investigadores del Centro Médico Universitario de Groninga, en Países Bajos: “El reconocimiento temprano de sobrepeso u obesidad en niños por parte de sus padres es de máxima importancia, permitiendo que las intervenciones empiecen a temprana edad”. Sin embargo, arrojó un estudio de los padres de familia de 2,203 niños de 5 años de edad, “los padres subestimaron a su hijo con sobrepeso en 85 por ciento de los casos”.

Si bien parece lógico que los padres de familia que crean que sus hijos tienen sobrepeso harían un esfuerzo especial por asegurarse de que éstos “crecieran hasta” su peso conforme van haciéndose mayores, con base en hallazgos del Estudio Longitudinal de Niños Australianos de los que se informó en abril en la revista de Pediatría a través de Eric Robinson, de la Universidad de Liverpool, y Angelina R. Sutin de la facultad de medicina de la Universidad Estatal de Florida.

Incluso la clasificación de pasado de peso puede en sí ser nociva y dificultarle al menor que evite malos hábitos, sugirieron los autores. Un estudio de 2014 entre jovencitas de 10 a 19 años de edad arrojó que “sin consideración al peso real, las adolescentes que informaron haber sido catalogadas ‘demasiado gorda’ por algún familiar o compañero tenían mayores probabilidades de volverse obesas casi una década más tarde”.

“Yo exhorto a los padres a que modifiquen el ambiente en casa”, dijo Daniels, de la Universidad de Colorado, en una entrevista. “Sin ser autoritarios, ellos deberían limitar alimentos de alta densidad calórica, mantener bebidas azucaradas fuera de la casa y asegurarse de que los niños coman la cantidad indicada de fruta y vegetales y menos bocadillos de alto contenido calórico. Aunado a esto, los padres de familia necesitan estar sintonizados con las oportunidades para la actividad física y fijar reglas estrictas sobre la televisión y el tiempo pasado con aparatos electrónicos”.

Seguir el programa diario “5210”, aprobado por la Academia Estadounidense de Pediatría, puede ser útil: Apunte a cinco frutos y vegetales al día; mantenga el tiempo recreativo frente a la pantalla a dos horas o menos; incluya al menos una hora de juego activo; y pase de largo bebidas azucaradas y beba agua.

Jane E. Brody
© 2016 New York Times News Service