La elección de Donald Trump al frente de la primera potencia militar de la OTAN preocupa a una Unión Europea en crisis, que teme una menor implicación de Estados Unidos en la defensa de sus aliados transatlánticos frente a una Rusia más desafiante.
“Una administración Trump aumentará las tendencias aislacionistas de Estados Unidos, lo que representa un golpe adicional a [su] liderazgo” mundial, asegura Fabian Zuleeg, analista del European Policy Centre en Bruselas.
El futuro 45º presidente de Estados Unidos, considerado como un aislacionista en política exterior, ya dejó entrever durante la campaña electoral que el apoyo militar a sus socios europeos dependería de la contribución de estos a la OTAN.
Una advertencia nada baladí cuando Europa enfrenta desafíos procedentes de Oriente Medio y del Norte de África, y cuando la Alianza Atlántica refuerza sus capacidades militares a un nivel inédito desde el final de la Guerra Fría frente a la Rusia del presidente Vladimir Putin.
La victoria de Trump supuso así un impacto en Europa, donde los líderes de la UE subrayaron la necesidad de reforzar las relaciones transatlánticas y evitar el aislacionismo. “El liderazgo de Estados Unidos es más importante que nunca”, apuntó por su parte el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.