Las tragedias de la miseria, segunda parte

Juan arturo Salinas

Hoy en día estas tragedias siguen teniendo su origen en la miseria y en la pobreza porque las miserables casas y departamentos vendidos por FRISA, HOMEX, ARA, KCASAS, URBI y otros buitres de la construcción

Apenas habían transcurrido unas horas de la publicación de la columna sobre las tragedias de la miseria en las que enlistaba la muerte de una pareja, su perro y la supervivencia de un bebé, cuando un caso similar se registró en menos de 24 horas en nuestra ciudad.

Otra intoxicación por monóxido de carbono tuvo lugar en un departamento de Terrazas del Valle donde dos menores, un niño de 4 años y un bebé de 5 meses perdieron la vida mientras que su madre fue hospitalizada en estado crítico.

Todo indica que inicia la temporada de este tipo de casos, aunque el director de Protección Civil precisa que van ya seis decesos por este tipo de incidentes en lo que va del 2024.

Ya lo referíamos en la columna del día de ayer: a principios de la década de los 90 estas muertes eran provocadas por el uso de calefactores de queroseno, cuya flama se apagaba pero cuyos químicos seguían emanando; de los calentadores de gas con los que ocurría el mismo caso, y con el uso de anafres -o anafes según consigna el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) de la Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española.

Hoy en día estas tragedias siguen teniendo su origen en la miseria y en la pobreza porque las miserables casas y departamentos vendidos por FRISA, HOMEX, ARA, KCASAS, URBI y otros buitres de la construcción, solo dejan una esquina en la cocina para colocar los calentadores de gas, o dejan los patios de las casas desprotegidos por lo que sus dueños deben meter a sus cocinas u otra parte las minas de gas con tal de evitar que se las roben.

Es decir, han pasado más de 30 años y pasamos de las tragedias en las casas de madera y cartón y de las calles de terracería, a las tragedias en casitas de bloque cuyo frente es más estrecho que la longitud de un carro.

Así que van seis muertes y contando, porque se nos avecina un invierno francamente frío.