Legalizar la prostitución no cambiará la realidad: es violencia

CIUDAD DE MÉXICO (apro-cimac).- Holanda, Nueva Zelanda y Alemania son países que legalizaron la “prostitución”, hecho que para una parte del movimiento feminista son un avance porque promueven los derechos humanos de las mujeres, mientras que para la otra es un retroceso pues legaliza la explotación del cuerpo femenino.

El 1 de Octubre de 2000, los Países Bajos –región mejor conocida como Holanda– abolieron una ley aprobada en 1911 que prohibía los burdeles y castigaba con cárcel o multas a quienes ejercieran o fomentaran la prostitución. Con la derogación de esta ley el “trabajo sexual” se volvió actividad común.

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Desde entonces se fijaron controles administrativos para ejercer la “prostitución”. Por ejemplo, la edad mínima para realizar esta “labor” es de 21 años, las municipalidades dan licencias laborales, asistencia social y sanitaria a las mujeres, quienes pagan impuestos por ejercer su “oficio” y tienen derecho a un programa de orientación si quieren dejarlo.

Es así que uno de los atractivos turísticos en la ciudad de Ámsterdam es el Barrio Rojo, una zona donde las mujeres se exhiben en vitrinas como si fueran productos de tiendas comerciales, atracción que está permitida en 13 ciudades.

De acuerdo con un informe de 2014 del Ministerio de Seguridad y Justicia holandés, al entrevistar a 364 “prostitutas” se encontró que 21% eran europeas, 15% de América Central y del Sur y 11% de Asia; además de que 1% tenían 18, 19 o 20 años de edad.

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El informe indica que después de la legalización, las “trabajadoras” recibían ingresos bajos y muy pocos clientes; incluso, muchas de ellas tenían otro trabajo fuera de la industria. Por otra parte, las “prostitutas de vitrina”, que dedicaban aproximadamente 43 horas semanales a esta labor, estaban más satisfechas con sus ingresos.

Según este reporte, casi todas las encuestadas consideraron que con la ley mejoró la seguridad y la higiene de los lugares, pero su estilo de vida era menos saludable que el promedio de las holandesas porque están más propensas a fumar, beber alcohol, usar drogas y sedantes y experimentar tensión y soledad.

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Nueva Zelanda

En junio de 2003 entró en vigor en Nueva Zelanda la Ley de Reforma de la Prostitución que legalizó el “trabajo sexual” y estableció una serie de derechos como seguridad social, certificados para las “empresas de prostitución” y la prohibición de que las menores de 18 años ejercieran esta actividad.

De acuerdo con el Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda, con esta ley se promovió el bienestar, la salud y la seguridad de las “trabajadoras sexuales” y se creó el Comité de Examen de la Ley sobre Prostitución para dar seguimiento a la norma durante los cinco años posteriores a su entrada en vigor.

En 2008, este Comité informó que la “prostitución” se cambió de un enfoque moralista a uno de salud y derechos humanos y encontró que después de la promulgación de ley, más de 95% de las “trabajadoras sexuales” conocían sus derechos legales, por ejemplo, que podían rechazar a un cliente y 57% consideraba que la actitud de la policía había mejorado.

El mismo Comité encontró que no existe un sistema de inspecciones regulares de los burdeles y que había niñas “trabajando” en esta industria. Por otra parte, en 2009 Nueva Zelanda publicó su Plan de Acción para Impedir la Trata de Personas.

La organización internacional “Igualdad Ahora”, que lleva 22 años trabajando a favor de los derechos de las mujeres en diferentes partes del mundo, indica que el Consejo Nacional de Mujeres de Nueva Zelanda que apoyó la legalización, después mostró su preocupación porque niñas de 13 y 14 años vendían sus cuerpos y los compradores de servicios de menores de edad recibían sanciones mínimas.

Al analizar el informe del Comité, la organización “Igualdad Ahora” encontró que una tercera parte de las personas que trabajaban en esos prostíbulos legales reconocían que tuvieron que mantener relaciones sexuales con un cliente al que rechazaron el año anterior, es decir, perdieron autonomía para elegir a sus clientes.

En ese mismo país, dice esta organización, la policía afirmó que como consecuencia de los cambios legislativos, ahora tenían menos contacto con la “industria del sexo” por lo que resultaba más difícil descubrir los malos tratos y la explotación sexual.

 Alemania

El 1 de enero de 2002 entró en vigor en Alemania la Ley de Prostitución y se derogó el artículo 138 del Código Civil que definía la “prostitución” como una actividad inmoral. Con esta nueva legislación se pretendía proteger a “las prostitutas” para que tuvieran acceso a seguridad social.

Tras cinco años de estar en vigor, en 2007 el Ministerio Federal alemán de Asuntos de Familia, Jubilados, Mujeres y Juventud, publicó un informe sobre el impacto de la ley en el que señaló que no existían indicios de que se redujeran los delitos alrededor de esta actividad y que la ley apenas había contribuido a mejorar la transparencia del “oficio”.

A la par, más de una tercera parte de los fiscales señalaba que la legalización de la “prostitución” complicaba su labor de perseguir la trata de personas y el proxenetismo.

El gobierno alemán descubrió que por autonomía, anonimato y a fin de no pagar impuestos, la mayoría de las mujeres no tenían contratos de trabajo y tampoco los querían –sólo 1% de las mujeres lo tenían– algo que impedía salvaguardar algunos de sus derechos; además, muy pocas trabajadoras se dieron de alta en el régimen de la seguridad social.

A las mujeres en situación de prostitución les parecía poco atractiva la posibilidad de firmar un contrato debido a las cuotas obligatorias que se descuentan de sus salarios. Los empleadores tampoco vieron ventajas en formalizar un contrato laboral, ya que asumirían obligaciones y responsabilidades teniendo sólo un derecho sumamente limitado a dar instrucciones.

Los dueños de burdeles prefieren ser vistos como arrendatarios de locales, evitando obligaciones como el pago de un salario durante vacaciones o la participación en las cuotas a la seguridad social para las “trabajadoras”.

En opinión de la profesora de la Universidad de Massachusetts y estudiosa del tema, Janice G. Raymond, de ese informe se concluye que “la prostitución no debería ser considerada un medio razonable para garantizar la sobrevivencia de una persona”.

En el Reino Unido, la “prostitución” se permite si no es en lugares públicos. En Italia se prohíben los burdeles y que los hombres contraten servicios en la calle. En Bélgica se permite la “prostitución” en escaparates y clubes; en tanto que en Suecia se prohíbe y penaliza la compra de ”servicios sexuales”, mientras que en Noruega y Francia se multa al cliente y no a las mujeres.

En este contexto internacional, la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, dice que en los países donde los burdeles son legales la policía tiene poco acceso para proteger a las mujeres, por lo que legalizar la prostitución no cambiará la realidad: es una forma de violencia.

sp