¿Lo peor que pudiera pasar? Muchos dicen que quedarse ciegos

En su ensayo, “Feeling My Way Into Blindness”, publicado en The New York Times en noviembre, Edward Hoagland, un redactor sobre temas de naturaleza y viajes y novelista de 84 años de edad, expresó los temores comunes en torno a los efectos de la pérdida de la visión en la calidad de vida.
Hoagland, quien se quedó ciego hace unos cuatro años, proyectó una tristeza arraigada al describir los desafíos que enfrenta al servir café, no errarle al excusado, localizar un número telefónico, encontrar la comida en su plato y saber quién está hablando, por no mencionar salir de compras y de viaje, cuando a menudo depende de la bondad de los extraños. Y, por supuesto, extraña profundamente las inspiradoras vistas de la naturaleza y sus habitantes que alimentaban su escritura, aunque todavía puede escuchar a los pájaros trinar en los árboles, las hojas crujir sacudidas por el viento y las olas reventar en la playa.
Hoagland difícilmente está solo en su aflicción. Según Action for Blind People, una organización británica de apoyo a los ciegos, quienes han perdido parte o toda la visión “pasan apuros con varias emociones; desde la consternación, la ira, la tristeza y la frustración hasta la depresión y el pesar”.
Cuando la visión falla, algunas personas se vuelven socialmente indiferentes, lo que conduce al aislamiento y la soledad. La ansiedad en torno a una veintena de situaciones caídas, errores en la medicación, pérdida del empleo, torpezas sociales es común.
Un estudio reciente realizado por investigadores del Instituto de Oftalmología Wilmer en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins concluyó que la mayoría de los estadounidenses consideran la pérdida de visión como el peor mal que pudiera sucederles, superando a padecimientos como perder un miembro, la memoria, la audición o el habla, o tener VIH/sida. En realidad, una visión deficiente se clasifica detrás de la artritis y la cardiopatía como la tercera causa de discapacidad crónica más común en personas de más de 70 años, escribieron el doctor Eric A. Rosenberg del Colegio Médico Weill Cornell y Laura C. Sperazza, una optometrista de Nueva York, en la publicación especializada American Family Physician.
En 2015, unos 23.7 millones de adultos estadounidenses reportaron que no podían ver nada o tenían problemas para ver incluso con lentes correctivos. Se proyecta que este número quizá se duplique para 2050 con base en el envejecimiento de la población y la creciente prevalencia de enfermedades que pueden causar la pérdida de visión. Sin embargo, el estudio nacional del Instituto de Oftalmología Wilmer entre 2,044 adultos encontró que muchos estadounidenses no están conscientes de las enfermedades y factores que pueden poner en riesgo su visión y las acciones que pudieran emprender para reducir su riesgo.
Quizá el mensaje más valioso que surge de los estudios de la pérdida de visión es la importancia de someterse a una revisión oftalmológica al menos una vez cada dos años, si no es que anualmente. Muchos padecimientos que conducen a la pérdida de visión pueden ser eficazmente tratados si se detectan en una etapa lo suficientemente temprana, en muchos casos limitando o eliminando el daño a la visión.
Cuatro enfermedades oculares degeneración macular asociada con la edad (DME), retinopatía diabética, glaucoma y cataratas representan la mayoría de los casos de ceguera y baja visión en adultos entre las personas en países desarrollados. A diferencia de muchos otros males asociados con el envejecimiento, no causan dolor y a menudo tampoco síntomas tempranos y, por tanto, no provocan automáticamente que una persona busque atención médica. Pero una revisión completa por parte de un oftalmólogo puede detectarlas en sus primeras etapas, seguido de un tratamiento que puede desacelerar o frenar su avance o, en el caso de las cataratas, restablecer la visión normal.
La degeneración macular asociada con la edad, una causa importante de pérdida de visión en los estadounidenses de más de 60 años, involucra una pérdida irreversible de las células de la retina que quita a las personas la visión central necesaria para leer, ver un programa de televisión o identificar un rostro u objeto frente a ellas. Hay dos tipos, seca y húmeda. En la DME seca, las células sensibles a la luz en la mácula, una estructura cercana al centro de la retina, gradualmente se rompen. En la DME húmeda, crecen vasos sanguíneos anormales bajo la mácula.
Las acciones que usted puede emprender para reducir su riesgo de degeneración macular o desacelerar su avance incluyen no fumar, comer muchas verduras de hoja verde, usar gafas de sol para bloquear la luz ultravioleta y tomar uno o más suplementos formulados para apoyar la salud macular. También hay tratamientos específicos para la DME húmeda, incluidos cirugía láser, terapia fotodinámica y medicamentos que son inyectados en el ojo para desacelerar el crecimiento de los vasos sanguíneos anormales.
La retinopatía diabética, la causa de la mayoría de los casos de ceguera en adultos estadounidenses, también afecta a la retina sensible a la luz, dañando la visión de más de la mitad de las personas con diabetes de 18 años o más. La medida preventiva más efectiva es mantener un nivel normal de glucosa en la sangre a través de medicamentos y un equilibrio adecuado de dieta y ejercicio. Se debe monitorear la glucosa en la sangre de manera rutinaria, tratarse eficazmente la hipertensión y dejar de fumar por competo.
El glaucoma, otra causa importante de la ceguera, involucra un aumento en la presión de los líquidos dentro del ojo que daña al nervio óptico. Afecta a más de cuatro millones de estadounidenses, alrededor de la mitad de los cuales no saben que la tienen, y es especialmente común entre los afroamericanos y los hispanos. Puede detectarse con un examen ocular general, el cual deberían hacerse anualmente los afroamericanos y aquellos con una historia familiar del padecimiento.
Aunque el glaucoma no es curable, el tratamiento para reducir la presión en el ojo con gotas oculares de venta con receta y, en algunos casos, píldoras o cirugía puede controlar el padecimiento.
Las cataratas son la causa más común de pérdida de visión entre las personas de más de 40 años. Involucran un enturbiamiento gradual del lente, un tejido normalmente transparente que está directamente detrás del iris y la pupila que ayuda a enfocar las imágenes en la retina. Conforme avanzan las cataratas, se vuelve cada vez más difícil ver claramente, lo que reduce la capacidad para leer, conducir o reconocer rostros.
Evitar o desacelerar el desarrollo de cataratas involucra proteger al ojo del daño solar, no fumar, consumir una dieta rica en verduras y frutas y, si se tiene diabetes, mantener bajo control el azúcar en la sangre.
En el pasado, los médicos a menudo aconsejaban a los pacientes con cataratas que esperaran hasta que estuvieran muy avanzadas antes de retirarlas quirúrgicamente. Ya no es así. La cirugía de cataratas se realiza ahora cuando el padecimiento empieza a afectar la calidad de vida de una persona o interfiere con la capacidad para llevar a cabo actividades normales.
La cirugía casi siempre se hace bajo anestesia local en un procedimiento ambulatorio. Si ambos ojos tienen cataratas, como es habitualmente el caso, el segundo ojo es tratado de manera típica unas semanas después que el primero para evitar el raro riesgo de una infección postoperatoria en ambos ojos. La operación involucra retirar los lentes nublados y, en la mayoría de los casos, reemplazarlos con un lente artificial transparente que a menudo da a los pacientes una mejor visión que la que tenían incluso antes de desarrollar cataratas.

Jane E. Brody
© 2017 New York Times News Service