Los desplazados de Alepo buscan agotados la paz

“Perdí a mi hijo mayor, mi trabajo, mi casa”. Fawwaz Al Ashaari enterró su vida, rota, en Alepo Este y dejó, igual que decenas de miles de civiles como él, este sector rebelde, donde las tropas del régimen sirio han ganado terreno.

“Ya no quiero perder nada más”, dijo a AFP este padre de familia de 56 años en un centro de acogida dirigido por el poder en el pueblo de Jibrin, al norte de Alepo, la segunda ciudad de Siria, que el ejército intenta reconquistar totalmente con una amplia ofensiva.

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Fawwaz huyó a principios de semana con sus cuatro hijos de Sajur, un barrio controlado por los rebeldes que cayó, como otros, en manos de las tropas del régimen y sus aliados.

En el centro, en el que viven cientos de desplazados, una multitud espera para inscribirse y poder recibir víveres, colchones y mantas.

Sentado en el suelo y pegado a su maleta negra, Fawwaz se muestra decidido a salvar al resto de su familia tras haber perdido a su esposa, muerta “de tristeza”, según él, después de que su hijo mayor fuera alcanzado por un obús.

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“El resto de mis hijos solo piden vivir en seguridad, han visto la muerte en varias ocasiones”, indica Fawwaz, que solía regentar una tienda de muebles. “Quiero que conozcan la vida”.