Los inconformes buscan la “tercera vía”

 

FILADELFIA, Pensilvania (proceso).- La inconformidad de un sector de la sociedad de Estados Unidos, harta de lo que llaman “un sistema político corrupto y agotado”, y molesta por la candidatura de Hillary Rodham Clinton, unió a decenas de organizaciones civiles que en esta ciudad iniciaron conversaciones para “buscar una tercera vía”.

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El martes 26, horas antes de que Clinton se convirtiera en la primera mujer en Estados Unidos en ser nominada candidata presidencial por uno de los dos partidos nacionales, esas organizaciones civiles iniciaron el proceso de evaluación de crear una alternativa al statu quo de Washington.

“Nos negamos a ser cooptados por las plataformas corruptas del Partido Demócrata y el Republicano”, fue el lema de Convergencia Socialista, título que le dieron al foro las decenas de organizaciones de todo Estados Unidos reunidas en Filadelfia.

El movimiento político hacia una tercera vía surgió a raíz de la plataforma electoral del senador federal independiente por Vermont, Bernie Sanders. El legislador, quien competía con Clinton por la candidatura presidencial del Partido Demócrata, sacudió con sus propuestas progresistas la estructura del poder político que rodea a la exprimera dama.

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No sólo eso, los 13 millones de seguidores que se calcula tiene el senador, amenazan con no hacer nada para evitar que Donald Trump, el candidato presidencial republicano, gane las elecciones del 8 de noviembre.

“No vamos a votar por Clinton; y si gana Trump la Presidencia no será culpa nuestra sino de la misma Clinton y del sistema corrupto del Partido Demócrata que traicionó a Sanders”, dice a Proceso, John Aisted, líder de una organización civil californiana que asistió al foro Convergencia Socialista.

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“Mira quiénes estamos aquí”, subraya Aisted. “Somos negros, blancos, asiáticos, hispanos, de todas las razas. Y somos, en nuestra mayoría, jóvenes que representan a la sociedad marginada de la que se han olvidado los políticos como Clinton y el propio presidente Obama”, añade el líder civil, quien, bajo el acuerdo del foro celebrado en Filadelfia, no quiere que se dé a conocer el nombre de la agrupación que representa.

En paralelo a la Convención Nacional Demócrata celebrada en esta ciudad entre el lunes 25 y el jueves 28, Convergencia Socialista sesionó los mismos días en un edificio a tres cuadras de la alcaldía.

“La revolución”, como Sanders bautizo al movimiento político de alternativa que nació por su aspiración presidencial, acusa de fraude al Comité Nacional Demócrata en la elección de Clinton como candidata presidencial.

El argumento de los “sanderianos” se sustenta en el hecho de que a Clinton la apoyan y arropan los sectores financieros del país, los políticos millonarios surgidos del mismo Partido, la estructura de influencia de la Casa Blanca y las empresas multinacionales beneficiadas por las políticas neoliberales.

“Sanders era la única opción en esta campaña. ¿Y qué hizo el Partido Demócrata?, lo bloqueo y cometió irregularidades para garantizarle a Hillary Clinton la candidatura”, explica a este semanario Matt Lenton, afroamericano de Georgia que, en representación de su organización, fue uno de los ponentes de Convergencia Socialista.

Correos filtrados

La denuncia del fraude de los sanderianos tomó más fuerza el fin de semana previo al arranque de la Convención Nacional Demócrata. WikiLeaks dio a conocer más de 20 mil correos electrónicos generados e intercambiados entre la dirigencia del Comité Nacional Demócrata (CND).

Del contenido de las miles de comunicaciones cibernéticas se deduce que los jefes del CND actuaron con total parcialidad para anular las aspiraciones presidenciales de Sanders.

Los correos electrónicos que revelo WikiLeaks, se intercambiaron entre siete dirigentes del CND entre enero y mayo de este año. Y pese a que no son explícitos en su contenido, se puede inferir que había favoritismo hacia Clinton, exsecretaria de Estado.

“Me pregunto si existe una narrativa buena por parte de Bernie que dé para escribir una historia en la que se le exponga como un inseguro, con la que se demuestre que su campaña es un desastre”, se lee en el correo electrónico que a mediados de mayo pasado le envío Mark Paustenbach, segundo portavoz del CND, a su jefe, Luis Miranda.

“Es verdad, pero la presidencia del CND ha sido advertida de que no se involucre en esto. Lo vamos a tener que dejar así”, contestó Miranda.

El escándalo de los correos electrónicos que alteró más los ánimos de la revolución de Bernie, involucra a Debbie Wasserman Schultz, presidenta del CND; a Miranda; a Paustenbach; al director nacional de finanzas, Jordan Kaplan; y al subalterno de éste, Scott Comer.

En varios de estos miles de correos electrónicos, los dirigentes del CND se intercambian historias de los medios de comunicación de Estados Unidos, en las que se mencionó que Sanders y sus seguidores habían provocado una división entre los electores demócratas con sus propuestas progresistas y promoviendo la idea de que Clinton es impopular.

“Me han pedido responder a una historia dando información que opaque los argumentos de Sanders y, bueno, respondí que era una pérdida de tiempo”, se lee en un correo electrónico fechado el 18 de mayo, que envió Miranda a Paustenbach.

La exposición que hizo WikiLeaks de los correos electrónicos el viernes 22 provocó que el domingo 24 Wasserman renunciara a su puesto. Frente al hecho, los sanderianos enarbolaron el incidente como la prueba de corrupción en el partido y como evidencia de un complot contra el senador.

Caldeados los ánimos de miles de hombres y mujeres de todas las razas que llegaron de todo el país a Filadelfia, el escándalo de los correos electrónicos y la aprobación de la nominación de Clinton desataron numerosas manifestaciones en la Convención Nacional Demócrata.

En las calles del centro de Filadelfia, y ante el edificio de la alcaldía, miles de jóvenes marcharon todos los días con pancartas, mantas y amordazados con pañuelos negros o cintas adhesivas blancas mientras transcurrió la Convención, para denunciar a Clinton como una política corrupta y para advertir que su abstención en las elecciones de noviembre podría beneficiar a Trump, sin que les importe el riesgo de ello para su país.

El martes 26, en el Centro Wells Fargo, donde se celebró la Convención Demócrata, la sesión arrancó con la votación para aprobar la nominación de Clinton.

Acatando las reglas del partido la votación se hizo entre los 50 estados del país por orden alfabético. Cuando habían pasado 90 minutos del proceso, le tocó el turno de votar a la delegación de Dakota del Sur, cuya mayoría de delegados apoyó a Clinton. En ese momento ella ganó la nominación porque obtuvo los 2 mil 383 delegados necesarios para ser candidata presidencial, mientras Sanders se quedaba en ese instante con mil 877 delegados.

Ya con la candidatura aprobada a favor de Clinton, la elección continuó. Cuando le tocó el turno a la delegación de Vermont, Sanders anunció que cedía sus delegados a Hillary y pidió que se aprobara una moción que sometiera a un voto oral de toda la Convención únicamente a la nominación de quien fuera su adversaria.

La moción se aprobó y al someterse la nominación, la palabra que se impuso fue “sí”, con lo que, por “aclamación”, quedó refrendada la candidatura presidencial de Hillary Rodham Clinton.

Ahí estalló el enojo entre los delegados que habían respaldado a Sanders. Abandonaron el Centro Wells Fargo y fueron a la sala de prensa donde había varios miles de reporteros de todo el mundo.

Los delegados rodeados por la prensa y por varias decenas de policías, se sentaron en el piso, se amordazaron y en silencio expresaron su repudio a lo que había ocurrido minutos antes.

Este hecho inédito obligó a Sanders a pedirles a sus huestes que se calmaran, que fueran pragmáticas: “Aquí el objetivo es unir fuerzas para evitar que Trump sea presidente. No tenemos alternativa por ahora. Nuestra revolución continuará”, escribió Sanders en un correo electrónico que envío a los delegados electorales.

El llamado de Sanders pareció no tener un efecto positivo… al menos no en lo inmediato. Las protestas de los sanderianos se repitieron en las dos jornadas restantes de la Convención, con la promesa de que no detendrían su “revolución” hasta que no naciera una “tercera vía” de contrapeso al sistema político que encarnan Clinton y Trump.

“En esta elección ya no tenemos nada que hacer; la tercera vía tiene una visión a futuro, tal vez para dentro de cuatro años, en las próximas elecciones. No nos van a poder detener”, explica a este semanario Louis Markenson, otro de los líderes civiles que participó en Convergencia Socialista.