Los momentos más conmovedores de los Juegos Olímpicos

En un evento donde esfuerzo y superación son claves, los Juegos Olímpicos han brindado momentos especialmente memorables y conmovedores, que constituyen la historia paralela de un evento que cumple en su era moderna 120 años en Rio-2016 (del 5 al 21 de agosto):

Esta es una selección de los recuerdos olímpicos más destacados:
Londres 1908:
El maratón que no fue elemental -John Hayes es uno de los pocos ganadores del maratón olímpico que languidece en la oscuridad. El italiano Dorando Pietri cruzó la línea primero pero fue posteriormente descalificado por ser ayudado a cruzar la meta por los jueces, incluido sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes.
Hayes y el equipo estadounidense presentaron una protesta justo después de que Pietri fuera conducido a un hospital. Según las declaraciones de los dos oficiales que siguieron la carrera, el pequeño italiano había tomado cápsulas de atropina y estricnina durante la prueba, que podrían haber causado su angustioso estado cuando entró en el estadio y que casi le provocan un paro cardiaco.
Una copa de oro ofrecida por la reina Alexandra no sirvió de consuelo, ni su posterior victoria sobre Hayes en Nueva York.
“Pensaba que los británicos eran los maestros del fair play. Bien, ahora sé qué entienden por esa palabra y no significa lo que el mundo civilizado piensa”, dijo años después.
Pietri fue incluso estafado en su muerte. Un hombre, que le robó su identidad, recibió un funeral de estado en Italia; el verdadero Pietri murió en 1942 y, por estar en mitad de la II Guerra Mundial, tuvo un entierro mucho menos fastuoso.

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París 1924:
Carros de fuego ardieron en las mentes británicas -Harold Abrahams y Eric Liddell dieron la gloria a los atletas británicos en París pero ambos estuvieron motivados no por patriotismo sino por una cruzada personal que fue inmortalizada en la película ‘Carros de fuego’, premiada por la academia de los Óscar.
Abrahams era judío y sensible al antisemitismo que impregnaba el sistema, y estaba desesperado por probarse a sí mismo, como hizo cuando arrolló en la final de 100 m lisos.
Liddell era un cristiano devoto – nacido en China e hijo de un misionero escocés – que se negó a correr en domingo por tener que estar predicando en una iglesia en París el día de las series de 100 metros.
Sin embargo, tal era su talento, que corrió en 400 m por primera vez y el ‘escocés volador’ triunfó fácilmente. Ambos lograron otros metales menores, con Abrahams ganando la plata en el relevo 4×100 m y Liddell el bronce en 200 m.
Liddell, que fue internado por los japoneses en 1943, falleció por un tumor cerebral en 1945. Abrahams se retiró en 1925 pero siguió vinculado al deporte como administrador hasta su muerte en 1978, con 78 años.

Berlín 1936: Jesse derriba a los ídolos de Hitler
Tenía que ser el momento supremo del líder nazi y canciller alemán Adolf Hitler, que esperaba que su raza aria demostrara que eran los mejores atletas del mundo.
Es de imaginar su disgusto cuando el velocista negro Jesse Owens, estimado por la ideología nazi como ‘no humano’, ganó cuatro oros en los 100 m, 200 m, relevo 4×100 m y salto largo.
No fue como si hubiera salido de la nada, pues Owens había batido tres récords mundiales el año anterior e igualado uno en espacio de 45 minutos en una reunión en Estados Unidos, algo que no está nada mal para un hombre que fumaba un paquete de cigarrillos diarios en su vida adulta.
Aunque Hitler nunca entregó un metal a Owens, se conocieron en una recepción con otros ganadores de los Juegos en la Cancillería, pero no aparecieron juntos delante de las cámaras.
Sin embargo, como Owens remarcó cuando volvió a Estados Unidos, tuvo que seguir entrando en los autobuses por la puerta trasera, pues los negros no podían sentarse delante. Owens, como Pietri, continuó corriendo contra caballos, abrió una firma de relaciones públicas y fue galardonado con la medalla de la libertad. Murió con 66 años por un cáncer de pulmón en 1980.

México 1968: Smith y Carlos, los cruzados enguantados
Los atletas estadounidenses Tommy Smith y John Carlos fueron destacados corredores de 200 m y lo demostraron con un oro y un bronce en los Juegos Olímpicos de México.
No obstante, ambos escenificaron una notable protesta en el podio. Los dos atletas llevaron guantes negros en la ceremonia de entrega de metales -Smith, de 24 años, en su mano izquierda y Carlos, de 23, en la derecha – y levantaron sus brazos como protesta por la falta de derechos de los negros en Estados Unidos.
Tampoco llevaron zapatos para reflejar la pobreza de los negros y su linchamiento.
Su protesta enfureció al miembro del Comité Olímpico Estadounidense (USOC) Avery Brundage, que les despojó de sus metales y les envió a casa.
Pero Smith y Carlos inspiraron a toda una generación de atletas negros e incluso el medallista de plata australiano Peter Norman se solidarizó levantando una pegatina en favor de un proyecto olímpico por los derechos humanos.

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Los Angeles 1984: Un inoportuno tropezón
La sudafricana Zola Budd aterrizó en Los Angeles con una enorme presión sobre los hombros después de recibir la nacionalidad británica para poder participar en los Juegos Olímpicos (Sudáfrica estaba vetada) gracias a la campaña del diario favorito de la primer ministro Margaret Thatcher, el Daily Mail.
En la final de los 3.000 m, Budd se puso a tirar delante de la estadounidense Mary Decker-Slaney, campeona mundial el año anterior. En un momento dado, Butt, que corría descalza, tropezó y se fue al suelo, tirando a Decker-Slaney y permitiendo la victoria de la rumana Maricica Puica.
Budd pudo continuar pero pagó el esfuerzo y se quedó sin metal, abucheada por la multitud y desairada por una llorosa Decker-Slaney.
Budd ganó dos títulos mundiales de campo a través pero nunca explotó su talento, volviendo a Sudáfrica, a quien representó en los Juegos de 1992.
Decker-Slaney continuó con su carrera, pero no logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de 2000 con 42 años. Su imagen se vio empañada cuando dio positivo en un test antidopaje y fue sancionada dos años.

Sídney 2000: Cathy logra la gloria en casa
Cathy Freeman controló la presión de correr delante de sus compatriotas australianos para ganar la medalla de oro de 400 m entre los rugidos de la multitud y los miles de flashes que intentaban capturar el momento en que su querida aborigen se hacía con la gloria olímpica.
Después de esto, Cathy Freeman se hundió en la incredulidad mientras intentaba comprender su hazaña. Nada volvería a ser como antes. Estuvo un año ayudando a su por aquel entonces marido a recuperarse de un cáncer, ejerció de comentarista para la BBC, antes de volver a la pista para ganar un oro en el relevo en los Juegos de la Commonwealth en 2002.
Entonces se separó de su marido y finalmente anunció su retirada en 2011. Nada de eso podrá borrar que se convirtiera en un icono en los Juegos de Sídney.

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Pekín 2008: Matthias Steiner, 146 kilos de amor más allá de la muerte
El levantador de pesas Matthias Steiner, austríaco de nacimiento pero representante de Alemania, protagonizó el momento más emotivo de los Juegos Olímpicos de Pekín-2008, cuando consiguió colgarse la medalla de oro en la categoría de +105 kg.
En la ceremonia de entrega de medallas, atrajo la atención del mundo cuando se puso a llorar mientras mostraba a todos una fotografía de una joven morena, su esposa Susan, que había fallecido pocos meses antes en un accidente de tráfico. Desde esa tragedia, se había dedicado en cuerpo y alma a la halterofilia.
Con Susan había hecho planes con motivo de Pekín-2008, abriendo incluso una cuenta bancaria para ir ahorrando y que ella pudiera viajar desde Alemania para verle competir y luego quedarse juntos descubriendo China, en unas vacaciones con las que siempre había soñado.

Londres 2012: El más rápido y el más laureado
En la capital inglesa, Usain Bolt voló por delante de todos y pulverizó su propio récord en los 100 m con una marca de 9.58 segundos. Como se esperaba del mejor velocista de todos los tiempos, el jamaicano también se alzó con la victoria, con récords incluidos, en los 200 m y el relevo 4×100 m. Seis oros tras dos Juegos cuelgan ya de su cuello.
El nadador estadounidense Michael Phelps fue un poco más allá. Sumó seis preseas, tres de ellas de oro, y se convirtió en el deportista más laureado de todos los tiempos, con 22 en total (18 doradas, 2 de plata y 2 de bronce). En Rio ambos volverán a ser de la partida y se espera que sigan volando en la piscina y la pista.
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