Los palestinos chocan con sus propias fuerzas de seguridad mientras las elecciones provocan profunda inquietud

NABLUS, Cisjordania _ El hermano del muerto estaba sentado en una silla de plástico, fumando cigarrillos y bebiendo café, mientras los dolientes se acercaban a darle el pésame. En la pared, había un cartel del hombre caído, el palestino más reciente en tener un final prematuro y violento.

Sin embargo, este hombre, Ahmed Halawa, no había muerto en un enfrentamiento con el odiado ejército israelí. Un policía palestino acusado de haberse confabulado para asesinar a otros dos agentes, a Halawa lo habían golpeado hasta matarlo cuando estaba bajo la custodia de las fuerzas de seguridad palestinas.

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“Vivimos bajo la ocupación israelí”, dijo el hermano, Abdulá Halawa, “pero para ser honesto con usted, nunca hemos visto nada como esto por parte de los soldados israelíes”.

No es que alguien en Nablus, la segunda ciudad más grande en la Cisjordania ocupada, le haya tomado cariño a los israelíes, pero la Muerte de Halawa subrayó las divisiones internas que están desgarrando a la sociedad palestina mientras se acercan las elecciones municipales del mes entrante. Sucedió después de semanas de violencia entre las autoridades palestinas y los que llaman los grupos proscritos desencadenar una ola de agitación marcada por pedradas, gas lacrimógeno y una escandalosa procesión funeraria para Halawa con miles de personas que marcharon por las calles esta semana.

Los disturbios y las protestas reflejan un reto de mantener el orden en las ciudades cisjordanas que tienen las fuerzas de seguridad palestinas bajo el control absoluto de la Autoridad Palestina en medio del desencanto hacia ella y su dirigente, el presidente Mahmud Abas.

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Algunos incondicionales del partido Fatá de Abas lo están llamando a que posponga o cancele las elecciones del 8 de octubr por temor que pierdan frente a facciones rivales dentro del partido o a candidatos que simpatizan con Hamas, la organización islamista extremista que controla a Gaza.

“Cuando veo estas protestas que se están llevando a cabo, es un indicador de que hay mucho descontento con Fatá y su régimen, y que Mahmud Abas y su régimen y, específicamente, con a dónde este gobierno no nos está llevando”, dijo Diana Butu, una abogada en Ramala que alguna vez trabajó para Abas, pero que se ha convertido en una de sus críticos más duros. “No tiene nada que mostrar después de todos estos años, así es que cada vez más se está volviendo hacia adentro, así es que está tratando de suprimir el disenso”.

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Akram Rajub, el gobernador de Nablus _ quien ha sido el blanco de los manifestantes que exigen que renuncien Abas y él _ reconoció la frustración popular. “Creemos que hemos cometido errores en el pasado”, dijo en una entrevista en su oficina el día posterior al funeral. “Así es que tuvimos una concentración que llevó a lo que acabamos de experimentar en Nablus”.

Rajub contó la muerte de Halawa a manos de las fuerzas de seguridad como uno de esos errores, y dijo que se investigaría. “Claro que fue un error”, dijo. “Los agentes no debieron haber reaccionado de esa forma”.

Sin embargo, Rajub, quien él mismo ha estado en desacuerdo con Abas algunas veces, dijo que los críticos palestinos le estaban haciendo el juego a Israel al debilitar al presidente. Se comprometió a no ceder frente a los elementos criminales y aseveró: “La Autoridad Nacional Palestina está tratando seriamente de hacer cumplir la ley en las calles palestinas”.

La inestabilidad tiene consecuencias para Israel, el cual depende profundamente de la cooperación de las fuerzas de seguridad palestinas, así como para Estados Unidos y otros países que han invertido en el éxito de la Autoridad Palestina para establecer la seguridad en Cisjordania y fungir como socia negociadora con Israel. Dado que el proceso de paz se estancó hace mucho tiempo, muchos palestinos ven a una dirigencia calcificada, plagada por la corrupción y con problemas financieros y, desde su punto de vista, demasiado alineada con las autoridades israelíes e influencias externas.

Las próximas elecciones municipales han resaltado las líneas de fallas. Los palestinos no han tenido elecciones desde las contiendas parlamentarias del 2006 que tuvieron como resultado las victorias sorpresivas de Hamas. La vez anterior en la que las ciudades cisjordanas, como Nablus, eligieron consejeros nuevos y alcaldes fue en el 2012, para las que Fatá publicó resultados mixtos, y, en algunos casos, las facciones renegadas de su propio partido les ganaron por muchos votos a sus seleccionados de la corriente dominante.

Abas, de 81 años, en su año 12 de lo que se suponía que sería un mandato de cuatro, sorprendió a muchos al llamar a la votación en octubre. En aproximadamente la mitad de las jurisdicciones, la fecha límite para presentar las listas de candidatos pasó con solo una o ninguna, con lo que las elecciones son algo entre una coronación y una broma. Sin embargo, en las ciudades más pobladas, como Nablus, las facciones rivales competirán por el cargo.

Yamal Tirawi, un miembro del comité central de Fatá, originario de Nablus, dijo que Abas debería cancelar la votación. “No creo que sea el momento para que los palestinos tengan elecciones municipales”, dijo. “Las calles están agitadas”.

En las calles de Nablus hay una energía de osadía. La bolsa de valores de Palestina se ubica en esta ciudad y tiene un centro lleno de actividad en un estrecho valle rodeado por un mar de residencias en las laderas. Los romanos la fundaron y tiene una historia de dos mil años marcada por revueltas y conflictos. Sus antecedentes de resistencia violenta frente a gobernantes turcos, británicos e israelíes le ganaron el sobrenombre de “Montaña de Fuego”.

El día después de la procesión funeraria, agentes de la seguridad palestina con chalecos blindados y armados con rifles semiautomáticos estaban estacionados afuera de la Ciudad Antigua de Nablus. En el mercado, los compradores manifestaron su cinismo sobre las elecciones.

“No creo que se hagan las elecciones, y si sí se hacen, no creo en ellas”, comentó Areeja Jader, de 47 año, quien estaba comprando perejil, menta y tomillo. “Todos son parte del sistema”.

Las raíces de la violencia más reciente datan de junio, cuando gatilleros locales chocaron con las fuerzas de seguridad palestinas. El mes pasado, les dispararon y mataron a dos policías palestinos que trataban de aprehender a unos fugitivos en el mercado. Esa noche, las fuerzas palestinas respondieron haciendo una redada en el mercado y matando a dos hombres que, según dicen, estaban armados.

Uno de ellos era Fares Halawa, de 24 años. En cuestión de días, las fuerzas de seguridad palestinas detuvieron a su tío, Ahmed Halawa, de 50 años, un hombre fornido y calvo, con bigote encanecido, que era policía y había sido miembro de las Brigadas de Mártires Al Aqsa, el ala armada de Fatá. Las fuerzas de seguridad palestinas llamaron a Ahmed Halawa el “autor intelectual” del asesinato de dos agentes en el mercado. Para la mañana, ya lo habían matado a golpes en la prisión de Yneid. Detuvieron y liberaron a otros familiares.

Rayub, el gobernador, describió a la familia Halawa como un clan de alborotadores. Partidarios del gobierno, si bien condenaron la golpiza de Halawa, dijeron que las autoridades tenían que perseguir a los asesinos de policías o arriesgarse a perder el control del territorio por completo.

“La autoridad Nacional Palestina está haciendo que se cumpla la ley mostrándole al pueblo lo que puede hacer·”, dijo Raed Amer, el presidente del Club de Prisioneros de Nablus, una organización que apoya a los palestinos encerrados por las fuerzas israelíes. “Porque si no lo hacen, se acabó el juego para ellos”.

Sin embargo, el hecho de que Ahmed Halawa hubiera sido una parte de la estructura de seguridad de Fatá indica exactamente cuán profunda es la división. En su carpa del duelo, los parientes negaron que su familia fuera una facción delictiva y dijeron que tienen una larga historia de resistencia contra la ocupación israelí, junto con los mismos dirigentes de Fatá con los que ahora discrepan.

“No sabemos por qué están haciendo esto”, dijo Abdulá, el hermano del asesinado, quien también era el padre de Fares, el joven al que mataron en el mercado. “Somos una familia llena de combatientes por la libertad. Si somos una familia llena de bandidos, entonces, los 20,000 ciudadanos de Nablus que marcharon en el funeral de mi hermano también son bandidos”.

Dijo que todavía no termina la batalla. “No nos vamos a quedar callados. Queremos que el mundo entero lo sepa”.

Peter Baker
© 2016 New York Times News Service