Los texanos combaten el calor con agua mexicana

HOUSTON. Cualquiera que haya sobrevivido un verano en Texas le podrá decir que aquí el calor tiene peso. Nos repele cuando tratamos de avanzar por él.

Para aliviarse, locales y visitantes recurren a una Topo Chico bien helada, un agua mineral de México con una efervescencia tan agresiva como opresivo es el calor estival.

- Publicidad-

Esta súper burbujeante agua mineral, que se vende en anticuadas botellas de vidrio verde, ha adquirido una ferviente base de seguidores aquí en Texas. Sus devotos llenan refrigeradores enteros con el agua y se tatúan el logotipo de la marca, una princesa azteca que, según la leyenda, se curó bebiendo el agua que emana de un volcán inactivo en Monterrey.

En esta época del año, las botellas de Topo Chico se encuentran en las mesas de todo Texas, desde destartaladas taquerías en el valle del Río Grande hasta elegantes restaurantes en Houston a los que se entra solo con reservación.

Esta agua suele ser la chispa final de los cocteles en los bares más de moda en Austin y el acompañamiento de bebidas de espresso en las cafeterías independientes de Dallas. No se le ocurra pedir San Pellegrino o Perrier; lo más probable es que no se la sirvan.

- Publicidad -

En los supermercados y tiendas de abarrotes, es difícil encontrar un carrito que no lleve un paquete de doce botellas de Topo Chico. Según la empresa de investigación de mercados IRI, Topo Chico tiene el 62 por ciento del mercado de agua mineral importada en las tiendas de abarrotes de Texas y el 74 por ciento en las misceláneas.

En Estados Unidos, las ventas fueron de alrededor de 58 millones de dólares en el año que terminó en junio, un aumento de 83 por ciento con respecto de 2012, impulsado sin duda por consumidores preocupados por su salud que desean evitar refrescos carbonatados y endulzados con azúcar o por medios artificiales.

- Publicidad -

Los comentarios en las redes sociales indican que es difícil encontrar Topo Chico fuera de Texas. El distribuidor en Estados Unidos, Interex en Forth Worth, asegura que está disponible en otros 29 estados, si bien en menor medida.

“No deja de haber cierta ironía en el hecho de beber agua de México”, señala Liz Lambert, fundadora y fuerza creativa del Grupo Bunkhouse, que opera dos hoteles exclusivos en Austin, otro en San Antonio y un “hotel nómada y campamento” en la meca artística de Marfa, donde a los huéspedes (Beyoncé entre ellos) se les ofrece una botella de Topo chico al momento de registrarse.

Es verdad, a los turistas, e incluso a los residentes de México, se les advierte que no beban el agua, pero Topo Chico la ha embotellado y consumido ahí desde 1895.

Antes de eso, los viajeros de Estados Unidos llegaban en manada a Monterrey a beber y bañarse en lo que los periódicos de ese tiempo llamaban “fuentes termales”, en las estribaciones del cerro de Topo Chico. Se dice que el agua tiene gran valor medicinal en el tratamiento de la tuberculosis, trastornos del hígado y reumatismo.

Hoy en día, el agua se sigue embotellando en el manantial, después de un proceso de purificación que la embotelladora, la Compañía Embotelladora Topo Chico, asegura que no altera la composición natural de los minerales del agua, que contiene sodio, magnesio, calcio, potasio y manganeso.

La carbonatación se agrega solo lo suficiente para restablecer el burbujeo perdido durante la purificación, siguiendo las reglas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos respecto de los productos que se venden como agua burbujeante.

La embotelladora no le atribuye más propiedades médicas que la de “apagar la sed” y “ayudar en los procesos digestivos”. Pero algunos texanos insisten en que no hay mejor cura para la resaca.

“Yo creo que es porque tiene esa chispa vibrante, un poco como el Alka-Seltzer”, afirma Daisy Ryan, directora asistente de bebidas en McGuire Moorman Hospitality, empresa que, según ella, sirve cantidades “locas” de Topo Chico en varios restaurantes populares de Austin como Jeffrey’s, Josephine House y Elizabeth St. Café.

Más allá de cualquier propiedad curativa, los fans de Topo Chico simplemente dicen que sabe bien. Justin Yu, chef y propietario de Oxheart en Houston, asegura que es mejor que el agua burbujeante a la que se acostumbró cuando hizo su internado en Europa.

“No hay nada mejor que una Topo Chico bien fría después de un turno largo y difícil”, afirma Yu, que en 2016 fue nombrado Mejor Ched del Suroeste por la Fundación james Beard. “Creo que tiene un sabor más limpio; definitivamente es la más chispeante y me gusta mucho su ligera salinidad.”

Gail Simmons, autora de libros de cocina y juez del programa “Top Chef”, se enganchó con Topo Chico hace cinco años cuando estaba rodando en Austin. “Yo discutí con mis amigos de ahí porqué se ha vuelto tanta obsesión … ¿es el tamaño de las burbujas, la salinidad, el ligero toque cítrico?”, señala. “Yo consumí tanta como era posible cuando estaba en Texas y después, al regresar a casa en Nueva York, me afligí un poco pues ahí no se consigue.”

Tanto amor en cierto modo tomó por sorpresa a la embotelladora de Topo Chico. Empresa familiar desde principios del siglo XX, a principios del XXI se fusionó con otros dos negocios de bebidas para formar Arca Continental, la segunda embotelladora de Coca-Cola más grande de México.

De todos modos, Topo chico es solo un negocio minúsculo que opera de manera relativamente independiente y su mercadotecnia es tan deslucida que provoca ternura. (Su sitio Web tiene numerosos errores de gramática y ortografía.) La marca es popular en México y la expansión en Estados Unidos, que empezó a fines de los años ochenta, se dirigió básicamente a los inmigrantes mexicanos nostálgicos por los productos de su país de origen.

Al igual que la salsa de chile Huy Fong Sriracha, marca tailandesa con una botella memorable (tapa color verde brillante y un logotipo de un gallo pavoneándose), Topo Chico nunca se imaginó que se convertiría en parte del imaginario de la cultura popular.

“Los tatuajes y todo eso son sorprendentes”, afirma Gerardo Galván, presidente de Interex, que se fundó en 1987 específicamente para distribuir Topo Chico en Estados Unidos y que ahora es subsidiaria de Arca Continental. “Nosotros no salimos a buscar; la gente viene a nosotros. Por ejemplo, Jim Beam quiere hacer una promoción mixta y nosotros dijimos que sí.”

La campaña para mercadear el agua a un público no inmigrante empezó apenas recientemente. Ha estado limitada básicamente a patrocinar festivales de música y comida, así como a reenviar en Twitter mensajes de fans sobre Topo Chico publicados en las redes sociales y enviar cajas gratuitas a fans que tengan cierto grado de influencia, como músicos, productores musicales, chefs y cantineros.

“Tenemos recursos limitados, así que buscamos a ver quién ha seleccionado Topo Chico y ya lo está manejando”, explica Giovanni Gallucci, que fue traído como consultor de medios en 2013. “Les enviamos el producto para que lo comparta con la gente que los rodea. Es una mercadotecnia muy de mano en mano, muy de guerrilla.”

Como parte de un convenio anunciado en mayo, Coca-Cola Co. tendrá una participación de 20 por ciento en el negocio de bebidas de Arca Continental en América Latina. Aunque Arca Continental no comentó cómo afectaría sus operaciones este acuerdo, es posible suponer que Topo Chico perderá parte de su atractivo como marca independiente.

“Eso siempre es un peligro, pero mi instinto me dice que Arca seguirá permitiendo que la marca haga las cosas a su manera”, afirma Lauren Torres, analista de UBS que estudia las compañías latinoamericanas de alimentos y bebidas. “No quieren quitarle esa mística.”

Ciertamente, el calor estival en Texas no va a desaparecer.

Kate Murphy
© 2016 New York Times News Service