El presidente francés volvió a trabajar esta semana –después de las vacaciones presidenciales más cortas en la historia francesa moderna– para encontrarse en medio de un escándalo, no por sus planes polémicos para reformar la complicada ley laboral de Francia, sino por gastar una pequeña fortuna en maquillaje.
Desde que entró en el Palacio del Elíseo en mayo, el presidente de 39 años de edad ha pagado dos facturas a una maquillista personal llamada Natacha M; una por 10,000 euros y otra por 16,000 euros.
Después del informe en Le Point, los asistentes presidenciales insistieron en que no había encubrimiento y que la maquillista había sido llamado como “una cuestión de urgencia”. Las futuras facturas de cosméticos se “reducirían significativamente”, insistieron.
“La suma cubre varios servicios, incluyendo conferencias de prensa y viajes en el extranjero donde la maquillesta tiene que viajar con él”, dijo un funcionario del Elysée a los periodistas. El funcionario admitió que el proyecto de ley era “alto … pero menos que el de su predecesor”.
Macron, apodado Júpiter después del todopoderoso dios romano, no es el primer presidente francés en pagar generosamente por mantener las apariencias.
Su predecesor, el socialista François Hollande, fue acusado de “lavar el socialismo” después de que supuestamente gastó 30,000 euros por maquillaje, completado con una factura mensual de 9,895 euros por un barbero personal para cortar y secar su cabello. El Elysée justificó el costo diciendo que la peluquera tenía que “levantarse temprano y arreglar el cabello del presidente cada mañana … y tantas veces durante el día como sea necesario”.
Con información de The Guardian
