Una noche de mal sueño basta para aumentar las proteínas del Alzheimer

Qué tan bien, no cuánto, la gente duerme puede afectar el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.

Un grupo de adultos sanos construyeron las proteínas asociadas a Alzheimer en su líquido cefalorraquídeo cuando se les impidió el sueño de onda lenta, la etapa más profunda del sueño, informaron los investigadores. Sólo una noche de interrupción profunda del sueño fue suficiente para aumentar la cantidad de beta-amiloide, una proteína que se aglutina en las placas de muerte de células cerebrales en personas con Alzheimer. Las personas en el estudio que dormían mal durante una semana también tenían más de una proteína llamada tau en su líquido cefalorraquídeo que cuando descansaban bien. Tau se enreda en enredos dentro de las células cerebrales de las personas con la enfermedad.

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Estos hallazgos apoyan un creciente cuerpo de pruebas de que la falta de sueño está vinculada a la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. Específicamente, “esto sugiere que hay algo especial en el sueño profundo y de onda lenta”, dice Kristine Yaffe, neuróloga y psiquiatra de la Universidad de California en San Francisco que no participó en el estudio.

Las personas con Alzheimer son notoriamente pobres durmientes, pero los científicos no están seguros si eso es una causa o una consecuencia de la enfermedad. La evidencia de estudios recientes de animales y humanos sugiere que el problema va en ambos sentidos, dice Yaffe. La falta de sueño puede hacer que las personas más propensas a los trastornos cerebrales. Y una vez que una persona tiene la enfermedad, las alteraciones en el cerebro pueden hacer que sea difícil dormir. Sin embargo, no estaba claro por qué no conseguir suficiente sueli promueve la enfermedad de Alzheimer.

Los investigadores dirigidos por el neurólogo David Holtzman de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis especularon que los niveles más bajos de actividad de las células cerebrales durante el sueño profundo producirían menos A-beta, tau y otras proteínas que otras etapas del sueño o la vigilia. Holtzman, médico de medicina del sueño de la Universidad de Washington Yo-El Ju y sus colegas reclutaron 17 voluntarios, todos adultos sanos entre las edades de 35 y 65 años, que no tenían trastornos del sueño. “Son buenos durmientes”, dice Ju.

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Con información de The Guardian