Maldivas, paraíso turístico, mira con recelo creciente radicalismo islámico

MALÉ, Maldivas ⎯ Este paraíso isleño ocupó las noticias recientemente por una razón diferente a sus playas prístinas y centros turísticos de lujo: espantoso asesinato de un bloguero liberal, apuñalado por múltiples agresores.

El asesinato en abril de Yameen Rasheed, de 29 años de edad y una voz poderosa contra la creciente radicalización islámica, ha amplificado las preocupaciones por la seguridad; particularmente entre los turistas extranjeros, un grupo altamente vulnerable y del cual depende la economía de las islas. No es una amenaza ociosa, en un país que, según algunos recuentos, suministra el número de combatientes extranjeros per cápita más alto del mundo a los grupos extremistas en Siria e Irak.

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El verano pasado, el gobierno introdujo la primera política estatal sobre terrorismo del país, que estableció una mayor conciencia por la seguridad en centros turísticos y revisiones de seguridad en puertos marítimos y en aeropuertos.

En enero, el Ministerio Islámico de la República de Maldivas dio a conocer recomendaciones que incluían una estipulación que instruía a las empresas turísticas a ofrecer a los visitantes reglas por escrito sobre cómo conducirse en un país musulmán.

Pero los críticos dicen que estas iniciativas son cosméticas, y hacen poco por estandarizar las políticas de seguridad, y se han dado solo después de que personas interesadas internacionalmente presionaron a las autoridades maldivas a reconocer la amenaza que representa el extremismo para los visitantes.

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El enfoque inusual de las Maldivas ante el turismo, en el cual una sola isla alberga a un solo centro turístico, también ha significado que islas enteras sin equipos de seguridad vigorosos sean vulnerables a ser tomadas por la fuerza.

Una colección de unas 1,200 islas en el océano Índico, las Maldivas recibieron a 1.2 millones de visitantes el año pasado, incluidos a más de 30,000 estadounidenses.

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Fue gobernada como una nación islámica moderada durante tres décadas bajo el régimen autocrático del ex presidente, Maumoon Abdul Gayoom. Pero después de que el país hizo una transición a la democracia en 2008, se abrió el espacio para una mayor expresión religiosa, y surgieron ideológicas conservadoras como el salafismo.

“No se puede decir que todo el salafismo sea islamismo radical”, dijo Azra Naseem, un investigador maldivo del extremismo en la Universidad de la Ciudad de Dublín. “Pero es una forma del islamismo que es completamente traída a las Maldivas desde Arabia Saudita y otros lugares. Ahora, está siendo institucionalizado, porque todos en las universidades, en el Ministerio Islámico, están propagando esta forma del islamismo. Dentro de eso, por supuesto, habrá yihadistas”.

A lo largo de los años, los esfuerzos para reportar a las células radicales se han encontrado con la resistencia violenta. En 2014, un prominente periodista maldivo que escribía sobre laicismo y extremismo, Ahmed Riwan Abdulla, fue secuestrado.

Rasheed formó parte de una campaña dedicada a encontrar a Abdulla, quien era su amigo cercano y sigue desaparecido.

La policía dijo que había arrestado en mayo a siete sospechosos del asesinato de Rasheed, incluidos dos hombres captados en imágenes de cámaras de circuito cerrado en la escena del crimen. Pero personas cercanas a Rasheed han expresado pocas esperanzas de que el caso sea solucionado sin presión exterior sobre Maldivas.

El mes pasado, el abogado que representa a la familia de Rasheed presentó una queja ante la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas demandando una investigación independiente e internacional.

El último ataque importante en el cual resultaron lesionados extranjeros ocurrió hace casi una década cuando un grupo de militantes detonó una bomba de fabricación casera en un parque público en la capital, Malé, hiriendo a una docena de turistas. Pero, ocasionalmente, la seguridad de los visitantes ha sido vulnerada en otras formas.

El año pasado, dos centros turísticos fueron asaltados por grupos de invasores enmascarados, y los guardias de seguridad fueron maniatados. Los robos a centros turísticos son raros. Pero Ismail Ali, vocero de la policía, dijo en una entrevista con The Maldives Independent que cuando suceden, a menudo son perpetrados por alguien de la empresa. Obtener acceso a la mayoría de las islas, añadió, es relativamente sencillo.

“La mayoría de los centros turísticos tienen un punto de acceso oficial. Hay puestos de seguridad establecidos para supervisar quién viene y va de la isla”, dijo. “Pero, como cualquier isla, es bastante fácil entrar desde otros lados también”.

La industria turística ha permanecido en su mayor parte fuera de los límites como blanco para el terrorismo, pero expertos en seguridad dicen que muchos centros turísticos están mal preparados para enfrentar un ataque del estilo de los que han ocurrido en lugares como Túnez y Bali, Indonesia.

Un jefe de seguridad de un centro turístico en un atolón al norte de Maldivas dijo que los centros turísticos del país no están preparados, y añadió que se necesitaban regulaciones y políticas del gobierno para abordar el problema. El jefe de seguridad habló a condición del anonimato debido al temor de ser identificado por el gobierno, el cual tiene una historia de encarcelar a individuos que discuten temas delicados.

Abeer Ismail, el director de información del Ministerio de Turismo, dijo que, por lo que él sabía, ningún centro turístico había planteado oficialmente inquietudes de seguridad.

Lo que complica esas medidas de seguridad, dicen muchos, es una expectativa de la clientela selecta de que no serán sometidos a inconvenientes.

El general brigadier Zakariyya Mansoor, director general del Centro Nacional de Antiterrorismo, una oficina gubernamental recién formada que dirige los esfuerzos para aumentar la preparación de seguridad, coincidió en que era desafiante identificar las soluciones poco invasivas y mantener el ambiente tranquilo esperado por los turistas.

Pero dijo que el país estaba bien preparado para manejar las amenazas terroristas, señalando a la política nacional contra el terrorismo y la realización habitual de simulacros de ataques en instalaciones turísticas para propósitos de entrenamiento.

“Hay ciertos criterios que todos los centros turísticos deben cumplir en términos de seguridad”, dijo Mansoor. “Los dueños y operadores de centros turísticos cooperan mucho con nosotros”.

Ibrahim Hussain Shihab, vocero del presidente de las Maldivas, Abdulla Yameen, escribió en un correo electrónico que el gobierno toma en serio todas las violaciones de seguridad, incluidos los robos, y que las fuerzas de seguridad están “más que adecuadamente entrenadas”. Tanto así, que dijo que no había necesidad inmediata de que las fuerzas de seguridad en los centros turísticos porten armas de fuego.

Las fuerzas de seguridad y funcionarios del gobierno dicen que actualmente no hay evidencia de un ataque planeado contra el país. Pero Mohamed, un ex agente policial que trabajo en antiterrorismo para el Servicio Policial de Maldivas e insistió en ser identificado solo por un nombre porque temía represalias del gobierno, instó a la cautela.

Citó una protesta local por la suspensión de una maestra maldiva por usar un niqab en el aula, y los intentos del presidente Donald Trump por imponer restricciones de viaje a individuos de seis países predominantemente musulmanes. El ex agente policial dijo que acontecimientos como estos podían ser usados como yesca no solo para radicalizar sino también para consolidar el apoyo para un ataque en territorio maldivo.

Le preocupa, dijo, lo que sucederá cuando yihadistas regresen al país si no se adoptan mayores medidas de seguridad en la industria turística. Esos combatientes, afirmó, odian el turismo y no les importa si existe o no.

Kai Schultz
© 2017 New York Times News Service