“Manchester junto al mar”, una dolorosa redención

MONTERREY, NL (apro).- “Manchester junto al mar” (Manchester by the sea) tiene un título desconcertante, igual que su propuesta narrativa.

Aunque remite a una ciudad inglesa, en realidad el drama se desarrolla en un puerto norteamericano.

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Lee (Casey Affleck) recibe la noticia de que su hermano Joe (Kyle Chandler) ha fallecido inesperadamente en ese pequeño enclave frío de la costa este. Atribulado, regresa a la ciudad que dejó años atrás, para hacer los arreglos funerarios y recibir incómodas condolencias. Está tenso y taciturno de manera permanente. Ni siquiera hace contacto visual con la gente.

Al llegar le indican que debe hacerse cargo de su sobrino, un joven apuesto y libertino, quien se encuentra atrapado en la difícil etapa postadolescente y preadulta.

Sin embargo, hay algo que no encaja en ese cuadro de crisis familiar. Lee tiene desencuentros con el muchacho y además existe algo que no ha sido revelado aún.

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De esta forma el realizador Kenneth Lonergan comienza a revelar episodios ocultos. De pronto aparece la madre del muchacho, con serios problemas de convivencia, que explican por qué el marido la evitaba.

La esposa de Lee también evita contactarlo.

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A través de la convivencia, los personajes tienen que volver a encontrarse, y lentamente los ingratos pasajes de vida que alguna vez compartieron, regresan de un pasado que todos quieren olvidar.

La muerte de Joe, que astutamente es presentada como la trama principal, lleva a una ramificación que revela un terrible episodio en la vida de su hermano vivo, y explica por qué ha decidido renunciar al mundo y optado por vivir como un molusco encerrado en sus pensamientos, sin apetitos ni ambiciones, dedicado al trago.

Casey Affleck presenta el vivo retrato de un muerto en vida. Su personaje ya no desea nada. Sólo se ocupa de avanzar torpemente a través de los días, buscando ocasionalmente roce humano a través de la violencia, la camorra, el pleito de cantina que le permita recibir algunos golpes, que siente merecer, y dar algunos más, para desquitarse de su perra suerte y descargar la conciencia por el estúpido accidente que lo condujo a ese estado catatónico.

En la paradoja mayor, el fallecimiento del hermano permite que todos ajusten sus propias cuentas y con los demás. La reunión sirve para confrontar memorias dolorosas y obtener una segunda oportunidad para hacer lo correcto. Las heridas espirituales que se han provocado son irreparables, pero por lo menos tienen el poder de comenzar una nueva historia, aunque tengan que arrastrar pesados fardos de culpa.

Michelle Williams es Randi, la esposa de Lee que ha seguido su propio camino. No puede ver a su ex. Su sola presencia la regresa al dolor que compartieron y por eso ha decidido establecer distancia. Pero el duelo por Joe también la sensibiliza.

Randi y Lee comparten una impresionante escena de puro diálogo en la que desgarran su alma para arrancar desde lo más profundo reproches y disculpas, buscando desesperadamente sanar para mantenerse de pie y no enloquecer de angustia.

“Manchester junto al mar” recrea lo más bello de los dramas. Con una temática singular, muestra personas que se han perdido y que, pese a su búsqueda de soledad, anhelan integrarse a la manada. La muerte repentina los reorienta. Y descubren que una efectiva manera de recomenzar es haciendo el bien.