Mexicanos acusan al Presidente de “error histórico” al acoger a Trump

© 2016 New York Times News Service

CIUDAD DE MÉXICO – Si el Presidente Enrique Peña Nieto invitó a Donald Trump a visitar México para un diálogo en el interés de la democracia, el mensaje ha caído en oídos sordos.

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Más bien, el sentir predominante aquí en la capital mexicana es de traición.

“Es un error histórico”, dijo Enrique Krauze, historiador bien conocido. “Enfrentas tiranos. No los apaciguas”.

En el programa más popular de la televisión mexicana por la mañana este miércoles, Krauze, lívido, equiparó la reunión del presidente con Trump con la decisión de Neville Chamberlain, en esa época el primer ministro británico, de sentarse con Hitler en Múnich en 1938.

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“No es valiente reunirse en privado con alguien que ha insultado y denigrado” a los mexicanos, dijo Krauze. “No es digno simplemente sostener un diálogo”.

Sí, dicen muchos mexicanos, fue Trump quien ofendió al pueblo de México con sus comentarios despreciativos sobre migrantes y sus promesas de construir un muro fronterizo pagado por México.

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Pero, para muchos mexicanos, la sorprendente invitación de Peña Nieto, quien ha equiparado el lenguaje de Trump con el de Hitler y Mussolini en el pasado, es incluso peor.

Periódicos, estaciones de televisión, medios sociales y toda forma de comunicación nacional rebosaban de fuertes críticas ante la idea de una reunión entre los dos hombres, al tiempo que analistas políticos a ambos lados de la frontera dijeron que estaban intrigados por la razón de que Peña hubiera invitado a Trump.

“Es el peor error de Peña Nieto hasta ahora, y uno que aún no entendemos”, dijo Vidal Romero, el director del departamento de ciencias políticas del Instituto Tecnológico Autónomo de México, universidad en Ciudad de México. “Esto solo le haría daño”.

Pero, como destacaron otros, Trump es el candidato republicano a la presidencia, y no el primero en visitar a un presidente mexicano. John McCain vino a México cuando se estaba postulando en contra de Barack Obama.

“A final de cuentas, este es el candidato republicano”, dijo Rafael Fernández de Castro, profesor en la Universidad de Syracuse y ex asesor de política exterior de Felipe Calderón, el ex presidente mexicano. “El electorado estadounidense lo puso en esta posición, y Peña Nieto está respetando eso”.

A final de cuentas, dijo, la política exterior no siempre puede ir guiada por la opinión pública, sin consideración a las consecuencias políticas.

“Él tiene todo que perder en los medios de comunicación, pero esto es sobre gobernar”, dijo Fernández de Castro. “Él no tenía otra opción; una buena relación con Estados Unidos es esencial para el bienestar de México”.

Desde esa perspectiva, con sus índices de aprobación de por sí bajos, Peña Nieto pudiera tener menos que perder de lo que se cree comúnmente. Si el objetivo era proteger intereses nacionales en caso que Trump gane, entonces el furor sobre la visita parecía un costo político que el gobierno estaba dispuesto a correr.

De cualquier forma, hay “unanimidad en que esto es una gigantesca farsa”, dijo Jesús Silva-Herzog Márquez, profesor en el Instituto Tecnológico de Monterrey en Ciudad de México y columnista del diario Reforma, en la Ciudad de México.

Peña Nieto “comparó al Sr. Trump con Mussolini y Hitler”, agregó, “y ahora nosotros invitamos a Mussolini. Vamos a negociar con Hitler cuando él ni siquiera ha ganado la elección”

Después de la reunión entre los dos hombres, en lo que Trump escribió en términos de una ocasión “excelente”, hablaron en una conferencia de prensa muy civil. Peña Nieto prometió que trabajaría con quienquiera de los candidatos que fuera elegido e hizo énfasis en la importancia de vínculos con Estados Unidos.

“Compartí con él el hecho que se han dado malentendidos o afirmaciones que lastimaron y afectaron a los mexicanos en la percepción de su candidatura”, dijo Peña Nieto sobre su discusión con Trump. “El pueblo mexicano se sintió agraviado por comentarios que fueron formulados, pero tengo la certeza de que él tiene un genuino interés en formar una relación que nos condujera a proveer de mejores condiciones a nuestro pueblo”.

Si bien Trump difícilmente les ofreció a los mexicanos el tipo de disculpa que muchos habían esperado, se mostró como un candidato más disciplinado que lo que ellos habían llegado a esperar. Repetidamente elogió su arduo trabajo y habló sobre su “tremendo sentir” por los mexicanos.

“Son personas asombrosas”, notó.

Al final, llamó amigo a Peña Nieto.

Citando el tono más respetuoso de Trump, el gobierno describió la reunión como un éxito.

“Fue un Trump diferente”, dijo Eduardo Sánchez, el portavoz del presidente. “La actitud de este Trump es diferente a las que hemos visto antes de este día”.

Shannon K. O’Neil, experto en México por el Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York, dijo: “Yo no veo cómo eso ayudó a Peña Nieto. Si la razón de que Peña estuviera invitando a Trump era para enfrentarlo y demostrar su fuerza ante alguien que ha atacado a los mexicanos, entonces él falló”.

Otras críticas fueron menos amables.

“Para expresarlo tenuemente, creo que fue la mayor humillación que haya sufrido un presidente mexicano en su propio territorio en los últimos 50 años”, dijo Esteban Illades, editor de Nexos, revista en México. “Él no solo se las ingenió para hacer que Donald Trump se viera presidencial, lo cual es algo increíblemente difícil de lograr, sino que se las ingenió para perdonar a Donald Trump aunque él nunca ofreció efectivamente una disculpa, para empezar”.

Al principio, oficiales mexicanos no articularon claramente las razones de la visita. Más tarde, en un comunicado de prensa, el presidente explicó el razonamiento para la reunión diciendo que estaba en el interés de la democracia y de crear un diálogo.

En sus comentarios, Peña Nieto sugirió que él quería reforzar los vínculos de la nación con su socio global de mayor importancia, al tiempo que defendía a México.

“También le hice notar y sentir la gran responsabilidad que tengo como presidente de México, de defender al pueblo mexicano, tanto los que están aquí como en el extranjero”, dijo Peña Nieto después de la reunión.

Hubo quienes argumentaron que la invitación era una distracción de los problemas internos que han corroído al presidente. La violencia está aumentando, parece que surgen nuevos escándalos con regularidad y la impunidad que yace en el corazón de la discordia en México sigue sin perturbaciones. Más recientemente, el presidente fue acusado de plagiar un tercio de su tesis en la facultad de leyes, que su oficina explicó como un error en las citas.

Otros no se convencieron con esa explicación, argumentando que la reunión con Trump difícilmente hizo que desaparecieran los otros problemas.

“Yo no veo esto como una distracción de sus problemas; la visita solo se sumará a los problemas que él enfrenta en México”, dijo Jason Marczak, uno de los directivos del Centro Adrienne Arsht Latinoamérica del Atlantic Council, organización de investigación. “Donald Trump saldrá de esta reunión portando el mensaje de la reunión”.

“Él usará a Peña Nieto como peón político en su campaña”, agregó.

Azam Ahmed and Elisabeth Malkin
© The New York Times 2016