Las elecciones en el Estado de México, Coahuila y Nayarit marcarán en la balanza el hartazgo que se siente por un PRI, lastrado por una corrupción sempiterna, el aumento de la violencia y una impunidad intolerable. Se medirá también la fortaleza de Morena, cuya candidata podría arrebatar su bastión al PRI por primera vez en casi nueve décadas.
Después de haber perdido el pasado año el poder en cuatro Estados donde siempre había gobernado, una derrota del PRI pondría en riesgo el futuro del partido a apenas un año de las elecciones presidenciales; y retrataría en forma de votos el hartazgo de los mexicanos ante una serie de políticas fallidas.
De hecho, salvo en caso de un triunfo rotundo, ni siquiera la victoria garantiza estabilidad al partido de gobierno, ante el desánimo generalizado del país. Si el inicio del sexenio de Peña Nieto transmitió cierta esperanza por las reformas emprendidas, la sensación al final de su mandato es la de colapso, en un país que carga con más de 100.000 muertos y al menos 30.000 desaparecidos en la guerra contra el narcotráfico que emprendió Felipe Calderón.
La victoria de Delfina Gómez sería el primer gran triunfo de AMLO al frente de Morena. La victoria de su candidata tendría un significado muy importante para el movimiento. Sin embargo, Morena tendrá que demostrar que, pese a ser una organización joven, está preparada para asumir una estructura administrativa compleja, como es la del Estado de México. Además, la victoria de Delfina pondría la lupa sobre López Obrador, camino a las elecciones de 2018.
Con información de El País
