Montserrat, la gran ausente

Juan arturo Salinas

Expulsada de su partido y abandonada por sus colaboradores más cercanos, la alcaldesa de Tijuana podría faltar a la ceremonia de cambio de poderes

Expulsada de Morena, el partido que la llevó a la diputación primero y a la alcaldía de Tijuana después, la cual buscó hasta las lágrimas literalmente, Montserrat Caballero podría ser la gran ausente en la toma de protesta de Ismael Burgueño como su sucesor.

Nada la obliga a presenciar una ceremonia en la cual sabe que no es bien recibida y en la que se arriesga a ser objeto de indirectas muy directas y malas caras de políticos y empresarios que hasta antes la ponderaban. Muy atrás parece haber quedado el espaldarazo que el también saliente presidente Andrés Manuel López Obrador le diera a la jefa de la comuna, migrante y originaria de Oaxaca, como la describió.

Total, el cambio de estafeta que legalmente cuenta es el que a las cero horas del 30 de septiembre entre el oficial mayor entrante y el saliente, personajes ambos que tendrán que estampar su firma en documentos de validez oficial.

Pero Caballero Ramírez bien puede argumentar motivos de salud para no acudir al acto protocolario en que su relevo rendirá protesta, lanzará su discurso en el que se comprometerá a ser el mejor alcalde que haya tenido la ciudad, y sobre la saliente alcaldesa pesará la sombra de las malas cuentas rendidas.

No sería la primera vez que un jefe de la comuna brille por su ausencia en un acto protocolario de esta envergadura, aunque sí podría ser la primera vez que esto ocurra en Tijuana.

Fue en 2013 cuando el saliente alcalde de Rosarito, Javier “Tito” Robles Aguirre no apareció por ningún lado en la ceremonia celebrada en el Centro de Convenciones donde Silvano Abarca tomó la estafeta de la comuna por segunda ocasión, y de esa forma se ahorró no solo las manifestaciones de los burócratas sino también los señalamientos que Abarca Macklis hizo de su gobierno al que tachó de irresponsable.

Así las cosas, Montserrat, sin el cobijo de Morena, abandonada por sus colaboradores más allegados como el tesorero municipal y el secretario de Gobierno Miguel Angel Bujanda -quien ya debe estar disfrutando de buenos caldos españoles-, puede tirar el arpa sin ningún reparo y ahorrarse los malos tragos que le esperan el día del cambio de poderes.