Muere Ricardo Piglia, el autor que se miró a sí mismo para mirar al mundo

El escritor argentino Ricardo Piglia, dueño de un estilo dúctil, original y emparentado con la tradición más exigente, murió este viernes a los 75 años en Buenos Aires, dejando un amplio legado de obra traducida a quince idiomas.
Piglia, que falleció en la capital argentina por esclerosis lateral amiotrófica (ELA), es autor de importantes títulos de la literatura contemporánea, como “Respiración Artificial”, “Crítica y ficción”, “Formas breves”, “Plata quemada”, “Blanco nocturno” y “El camino de Ida”.
“‘Todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida’. Se fue Ricardo Piglia, nos queda Emilio Renzi”, lamentó en Twitter el Ministerio de Cultura de Argentina, refiriéndose al personaje que aparece y reaparece en sus novelas.
Junto a su obra queda una larga lista de reconocimientos, que incluyen el Premio Rómulo Gallegos (2011), el Formentor de las Letras (2015) y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas (2013).
Piglia ofició además como profesor en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Princeton y la Universidad de California en Davis.
Lector, crítico, editor, guionista, profesor y narrador, Piglia nació en Adrogué, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1941. Se formó en la carrera de Historia de la Universidad Nacional de La Plata, a 60 kilómetros de Buenos Aires, y trabajó en distintas editoriales.
Aunque vivió durante muchos años en Estados Unidos, pasó sus últimos meses en Buenos Aires a causa su enfermedad, o de lo que él definía como “estar embromado”. Esta condición no le quitó la lucidez intelectual y la fuerza de trabajo que mantuvo hasta casi el último momento.
– “Tanta tristeza” –
De alguna manera, Piglia cristalizó en su narrativa, además de una definición de la literatura argentina de los últimos 50 años, una enunciación sobre sí mismo detrás de Emilio Renzi, esa suerte de personaje “alter ego” que lo enmascaró siempre y al que él mismo brindó su segundo nombre y su segundo apellido.
El propio Piglia llegó a decir que “la crítica es la forma moderna de la autobiografía. Uno escribe su vida cuando cree escribir sus lecturas”.
Desde la literatura, Piglia saltó a la pantalla grande mediante su novela “Plata Quemada”, ganadora del Premio Planeta en 1997 y adaptada al cine en el 2000, bajo la dirección de Marcelo Piñeyro. El filme logró alzarse con el premio Goya a la Mejor película extranjera de habla hispana.
En los últimos años estuvo dedicado a la edición de “Los diarios de Emilio Renzi”, una especie de relato personal, recobrado de las anotaciones que hizo por años en 327 cuadernos casi idénticos, de tapas negras de hule, guardados en 40 cajas de cartón, que atesoró con su pasión de historiador.
Fue en aquellos diarios que Piglia escribió alguna vez: “3 de marzo de 1957 (Nos vamos pasado mañana). Decidí no despedirme de nadie. Despedirse de la gente me parece ridículo. Se saluda al que llega, al que uno encuentra, no al que se deja de ver”. Así se fue Ricardo, sin despedirse, pero dejando una obra eterna.
La pena por la muerte del escritor se expresó en Twitter, con mensajes de muchos de sus lectores, entre ellos el también escritor y periodista argentino Martín Caparrós.
“Se murió Ricardo Piglia: tanta tristeza”, dijo Caparrós en un tuit, acompañado, a manera de homenaje, por un texto que le dedicó en 2015.
Su casa editorial, Anagrama, se sumó en el mismo medio “a la tristeza por la muerte de Ricardo Piglia, para la que no tenemos más consuelo que su escritura”.
“Adiós a Ricardo Piglia. Un grande de las letras hispanas. Gran autor y gran amigo”, tuiteó por su parte el director del Fondo de Cultura Económica de México, José Carreño Carlón.