Daniel Ortega, de Nicaragua, no renunciará a la presidencia a pesar de más de dos meses de disturbios y represión violenta, dijo uno de sus asesores más cercanos, acusando a los activistas de la oposición de intentar diseñar un “golpe suave”.
Paul Oquist, el ministro de políticas nacionales, dijo que Ortega no descartaría una elección anticipada si se pusiera fin a la violencia en la que murieron unas 300 personas.
Una primera encuesta es una demanda central de los opositores de Ortega, pero señalan que la gran mayoría de las muertes han sido causadas por las fuerzas de seguridad del gobierno o sus aliados paramilitares.
Esta semana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) envió un equipo de investigación a Nicaragua, entre los que se incluyen la ex fiscal general de Guatemala Claudia Paz y Paz y Sofía Macher, ex jefa de la comisión de verdad y reconciliación de Perú.
En una entrevista en Londres, Oquist dijo que los manifestantes no tenían un programa coherente e incluían personas comprometidas con la desestabilización del país.
“Hay manifestantes pacíficos para estar seguros, pero hay un movimiento golpista que intenta desestabilizar el país utilizando grupos de saqueo organizados, noticias falsas y asesinatos bastante depravados”, dijo.
Ortega, un ex líder revolucionario, fue elegido en 2006, pero ha sido acusado de un gobierno cada vez más autocrático, ya que él y su esposa, Rosario Murillo, quien también es vicepresidente, han reforzado su control de las instituciones estatales.
Sus oponentes han advertido que Nicaragua corre el riesgo de un conflicto abierto si la pareja gobernante no se retira, pero Oquist dijo: “Si vamos a tener cambios en los gobiernos de acuerdo con el lado que tenga más barricadas en las calles, nunca saldremos de la violencia. ”
Las conversaciones de paz mediadas por la iglesia católica hasta ahora han progresado poco, lo que Oquist atribuyó al hecho de que las reuniones fueron televisadas e incluyeron hasta 30 representantes de la oposición a la vez.
Con información de The Guardian
