TIJUANA, Baja California.- A altas horas de la noche, deambulando solo por las calles de Tijuana fue visto el niño José Carlos, un centroamericano de la caravana al que el DIF y el Instituto Nacional de Migración (INM) le perdieron la pista.
Pedía dinero, algo que acostumbra a hacer para comprar comida, en esta ocasión reunía dinero para el regalo de San Valentín de su novia Evelyn, otra niña migrante con la que vive en un departamento en el que se alojan en total 6 centroamericanos.
José Carlos se metió en problemas en los albergues y con las autoridades por su mala conducta, pero no deja de tener el corazón de un niño y del dinero recolectado reservó un dólar con la intención de enviarlo a su hermana hasta Honduras.
Con apenas 12 años se vale por sí mismo sin supervisión familiar ni de las autoridades poco consciente de los peligros que podría enfrentar en las calles de Tijuana, en donde en diciembre pasado dos hondureños de 16 y 17 años fueron asesinados por estrangulamiento y a cuchilladas en un intento de robo.
Un total de 6 menores no acompañados de la caravana fueron referidos por el DIF a distintos albergues de la ciudad. José Carlos escapó de dos, ha evadido la ayuda de las autoridades y al igual que otros centroamericanos optó por no tramitar su visa en México.
Él y el grupo con el que vive intentarán cruzar ilegalmente a Estados Unidos, estar del otro lado es su único deseo afirma pues allá podrá finalmente reunirse con su madre.
Con información de Fabiola Solano.
