Los cohetes y bombas de barril arrojados por las fuerzas a favor del régimen han matado a decenas de personas en el cuarto día de ataques contra el enclave de la oposición sitiada del este de Ghouta en las afueras de la capital siria, Damasco.
Los aterrorizados residentes se refugiaron en cuevas, refugios subterráneos y sótanos, mientras una lluvia de explosivos golpeaba casas, carreteras y hospitales. Los grupos de monitoreo dicen que los ataques ha sido uno de los más intensos en una guerra ya marcada por extrema brutalidad.
“Solo una taza de agua o un trozo de pan puede costar la vida a un hombre porque están siendo atacado por misiles”, dijo el doctor Fayez Orabi, uno de los médicos en East Ghouta. “No pueden salir de sus refugios”.
Los ataques han matado a más de 250 civiles, incluyendo al menos dos docenas el miércoles por la mañana, dijo el Observatorio Sirio de Derechos Humanos con sede en el Reino Unido. Más de 1,200 personas han resultado heridas, un número de personas en el terreno dice que se ha visto exacerbado por los ataques a hospitales, clínicas y ambulancias.
Ha habido una condena generalizada de las Naciones Unidas y los políticos de todo el mundo, pero sin ninguna acción para detener o aminorar el bombardeo. “Es una situación miserable, todo el mundo solo nos mira”, dijo Orabi.
Los pilotos que vuelan en círculos sobre sus cabezas usan ambulancias para atacar, los siguen desde los sitios de bombas para localizar centros médicos temporarios, afirmó.
Las fotografías y los videos enviados desde el interior del enclave, hogar de unas 400,000 personas, mostraron cuerpos ensangrentados y fracturados y las secuelas de los ataques. En uno, un padre lloroso toma el pequeño cuerpo de su hijo de la cama de un camión y lo lleva al entierro, para un último abrazo.
“No somos solo números, somos seres humanos”, dijo un activista. “Tenemos derecho a vivir en paz y [opinar] sobre quién gobierna Siria. Bashar al-Assad es un criminal de guerra y debe rendir cuentas “.
Con información de The Guardian
