La ola de calor se ha vuelto insoportable para muchos en Sonora

La ola de calor en Sonora continúa cobrando un alto precio, causando la muerte de al menos seis personas y haciendo la vida casi insoportable para muchos más.

Dos jornaleros o jornaleros, tres ancianos y un migrante han muerto debido a enfermedades relacionadas con el calor y las autoridades han declarado situaciones de emergencia en 64 de los 72 municipios del estado.

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Para quienes viven en viviendas de mala calidad en asentamientos informales, la situación es aún más grave.

Una de esas comunidades es Tres Reinas, en la capital del estado de Hermosillo, donde 600 familias viven sin los servicios básicos que muchos dan por sentado.

Las viviendas no están conectadas al servicio de agua de la ciudad, lo que obliga a los residentes a depender de una entrega semanal desde un pipa o camión municipal de agua.

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Pero cada camión cisterna solo trae 1.500 litros de agua, lo que significa que cada familia solo recibe una ración exigua que ni siquiera se acerca a satisfacer sus necesidades.

El suministro de electricidad tampoco es confiable, lo que hace que enfrentar el sofocante calor sea aún más difícil.

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Algunos residentes no tienen refrigeradores y en su lugar compran hielo para tratar de mantener la comida fresca, mientras que otros venden popsicles a los niños que juegan descalzos afuera en la tierra dura y cocida al sol.

Además de las seis muertes, la Secretaría de Salud de Sonora ha reportado 115 casos de insolación y otras enfermedades relacionadas con el calor. El 70% de los afectados viven en los municipios de Hermosillo y Guaymas.

A unos 50 kilómetros al suroeste de la capital, la comunidad de Miguel Alemán también está sufriendo los perros días de verano.

Hasta 40,000 jornaleros llegan cada año para trabajar en los campos agrícolas del área y otras regiones costeras del estado.

Aunque actualmente no es temporada de siembra, algunos trabajadores permanecen en el agua y protegen los cultivos en julio y agosto, lo que significa que también están expuestos al intenso calor y la luz solar directa.

Se toman medidas para evitar que los trabajadores caigan enfermos, como restringir las horas de trabajo y garantizar que se mantenga la hidratación adecuada, pero no han sido completamente infalibles y una clínica médica pequeña y con pocos recursos ha tenido problemas para hacer frente a la demanda adicional de sus servicios.

Rosalba Rodríguez, supervisora ​​de un equipo de mujeres que trabaja en un viñedo de Sonora, le dijo al periódico Milenio que cuando un trabajador sufre un golpe de calor, lo primero que hace es asegurarse de que se rehidrata y descansa hasta que se recupere.

Sin embargo, convencer a un jornalero de que pierda un día de trabajo, ya sea por enfermedad o por calor excesivo, es más fácil decirlo que hacerlo.

“[Trabajar en los campos] es difícil, pero tenemos que hacerlo porque así es como vivimos. Si no trabajamos algún día porque hace mucho calor, nos perdemos el salario de un día “, dijo Juan Narciso Urías, jornalero y secretario de un sindicato local de trabajadores.

Con información de Mexico News