Olvídese de los sillones mullidlos, Amazon está dando casas del árbol a sus empleados

REDMOND, Washington _ Saliendo de un tramo remoto de carretera aquí, cerca de bodegas vinícolas, caballerizas y granjas, Amazon está cultivando en secreto algo, pero no es lo que Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon, llama las “semillas diminutas” que pudieran convertirse en el próximo gran negocio de la compañía.

No, Amazon está cultivando plantas reales, más de 3,000 especies de ellas dispersas en un invernadero de media hectárea a media hora en auto desde las oficinas centrales de Amazon en Seattle. Hay plantas insectívoras, exóticos filodendros y orquídeas de Ecuador que se parecen a la flora amenazadora de “La pequeña tienda de los horrores”.

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“Canela, dulces de cera y talco para bebé”, dijo Ron Gagliardo, el horticulturista de Amazon que supervisa el invernadero, cuando se le pidió que describiera el misterioso aroma de la orquídea, llamada Anguloa virginalis.

Amazon fue pionero en las compras por internet, la lectura de libros electrónicos y la computación en la nube. Ahora, al entrar en su edad adulta, está aplicando parte de esa inventiva a su nueva casa. La compañía está construyendo una colección de edificios altos y bajos en el centro de Seattle que serán conjuntados por medio de tres asombrosas estructuras unidas y transparentes a las que Amazon llama esferas. Actuarán como invernaderos de alta tecnología, el tipo de arquitectura llamativa que Amazon despreció durante los primeros 22 años de su vida.

“Queríamos ser icónicos, una estructura que fuera similar a otro ícono en la ciudad, como el Space Needle, para los recién llegados a Seattle”, dijo John Schoettler, director mundial de propiedades inmobiliarias e instalaciones de Amazon. “Sería un tesoro encontrado en el centro”.

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El verdadero meollo de las esferas es cómo quiere usar Amazon la naturaleza en el interior para inspirar a los empleados. Cuando se inauguren a principios de 2018, las esferas estarán llenas de una colección de plantas dignas de invernaderos selectos, permitiendo a los empleados de Amazon pasear a través de las copas de los árboles tres pisos por encima del suelo, reunirse con colegas en salas con paredes hechas de enredaderas y comer ensaladas césar de col rizada junto a un arroyo interior.

Desde que Amazon decidió hace una década permanecer en el centro de Seattle, dijo la compañía, ha invertido más de 4,000 millones de dólares en la construcción y desarrollo de oficinas en la ciudad, aunque no revela el presupuesto para las esferas. Las esferas serán accesibles solo para los empleados de Amazon, pero la compañía eventualmente pudiera permitir los recorridos públicos.

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“Toda la idea era hacer que la gente pensara más creativamente, quizá que tuvieran una nueva idea que no se les habría ocurrido si estuvieran solo en su oficina”, dijo Dale Alberda, el arquitecto líder del proyecto en NBBJ, un despacho que también ha trabajado en proyectos de construcción para Samsung, Google y la compañía de internet china Tencent.

Las compañías de tecnología han estado ansiosas por probar formas de hacer a los lugares de trabajo más inspiradores para la creatividad. Algunas convierten sus oficinas en terrenos de juegos para adultos, con sillones mullidos tipo cojines, albercas de pelotas y mesas de pingpong.

La alternativa más refinada que ahora se está poniendo de moda es hacer que la naturaleza sea la estrella del espectáculo. Apple, por ejemplo, ha contratado a un arborista, Dave Muffly, para supervisar la colocación de unos 8,000 árboles en su nuevo campus de 71 hectáreas en Cupertino, California, que rodeará a un nuevo edificio con la forma de nave espacial donde trabajarán los empleados de Apple. Con los árboles mayormente nativos se pretende restablecer el paisaje natural que alguna vez cubría a Silicon Valley.

Lo que hace inusual al proyecto de Amazon es su ubicación: en el corazón de una ciudad, en vez de en un extenso campus suburbano del tipo que favorecen la mayoría de las otras grandes compañías tecnológicas. Amazon, el mayor empleador privado en Seattle, tiene más de 20,000 empleados distribuidos en más de 30 edificios en la ciudad. Sus actuales planes de construcción le darán el espacio para aumentar en más del doble a su personal local.

Bezos ha dicho que Amazon se está quedando en la ciudad porque el tipo de empleados que quiere se sienten atraídos por un ambiente urbano. Pero el concreto y las vigas de acero de las nuevas propiedades urbanas de Amazon no tienen mucha vegetación. Ahí es donde entran en el panorama las esferas y Gagliardo, a quien Amazon contrató para llenarlas de plantas.

Margaret O’Mara, profesora asociada de historia en la Universidad de Washington, ve a las esferas como una especie de Walden Pond bajo cristales. “Es un retiro, una catedral alejada del bullicio de la ciudad”, dijo.

Había mucho ruido dentro de las esferas en un recorrido reciente, mientras los trabajadores soldaban acero, martillaban pernos y serraban concreto dentro de la estructura a medio construir. Los paneles de cristal que conforman el caparazón de las esferas estaban siendo colocados sobre soportes de acero con formas atractivas.

Usando un casco, Gagliardo eludió cables eléctricos y andamios, sondeando una enorme masa de concreto donde eventualmente se instalará un muro vivo _ bolsas de tela llenas de plantas _ de cinco pisos de altura. Señaló a donde un panel de techo de cristal será removido y una higuera de 13.7 metros será levantada por grúa para meterla en una de las esferas, uno de los entre 40 y 50 árboles que serán instalados.

“Al poder caminar por aquí, estoy empezando a ver dónde irán las cosas”, dijo.

La esferas tendrán áreas de reunión llamadas casas del árbol, y puentes suspendidos muy alto que serán solo lo suficientemente poco firmes para acelerar el pulso de los empleados que caminen sobre ellos. “Amazon dijo: ‘Que sea divertido’”, dijo Alberda, el arquitecto.

Los arquitectos de Amazon tuvieron que hacer que las esferas fueran acogedoras para las plantas y para las personas, un espacio con la abundancia de un invernadero pero sin la humedad que empañara las pantallas de las laptops e hiciera sudar a la gente.

Durante el día, Amazon mantendrá las esferas a 22 grados centígrados y con una humedad del 60 por ciento, mientras que en la noche la temperatura promediará los 12.7 grados centígrados y la humedad será del 85 por ciento, lo cual, según Gagliardo, sería óptimo para los especímenes botánicos de bosque nublado que ha recolectado.

Un creciente cuerpo de investigación académica apunta a los beneficios de dar a los empleados acceso a la naturaleza. Hace alrededor de una década, Ihab Elzeyadi, profesor asociado de arquitectura de la Universidad de Oregón, realizó un estudio en el cual los trabajadores a los que se proporcionó una vista hacia la naturaleza experimentaron una reducción del 20 por ciento en las licencias por enfermedad, aunque no estuvo claro por qué sucedió.

Elzeyadi dijo que le intrigaba el proyecto de las esferas de Amazon, pero no estaba convencido de que vaya a ser eficaz como permitir a los empleados mirar las plantas desde sus escritorios.

“Están haciendo una gran inversión y apostando a dos grandes hipótesis”, dijo. “¿Dejarán el trabajo e irán ahí y, al tener ese tipo de baño de naturaleza quizá una vez a la semana, realmente tendrá impacto en sus niveles de estrés?”

Cualquier respiro del estrés pudiera ser particularmente útil para una compañía que tiene fama de tener un ambiente laboral en ocasiones riguroso.

Hasta que las plantas empiecen a trasladarse a las esferas en la primavera próxima, Gagliardo, de 50 años, las atiende en su casa temporal en el enorme invernadero que Amazon ha estado alquilando durante los últimos dos años. Continuará atendiendo a las plantas en Amazon después de que sean plantadas en las esferas.

Se detiene al lado de una welwitschia, una planta namibiana con dos hojas, proclamándola la “planta más fea del mundo” y diciéndolo con tanto entusiasmo que suena como un cumplido. Con rociadores que bombean agua al aire, se llena de brío al discutir su actual romance con un grupo de begonias procedentes del sureste asiático.

“La próxima semana me entusiasmaré con un grupo diferente”, dijo.

Muchas de las especies que Amazon está cultivando aquí están en peligro o extintas en su estado natural, y fueron adquiridas en jardines botánicos, universidades y con cultivadores privados en todo el mundo. Gagliardo, quien anteriormente trabajó en el Jardín Botánico de Atlanta y en conservación anfibia, dijo que las oportunidades de formar una colección de plantas como la de Amazon no se daba a menudo.

“Soy un curador botánico de corazón”, dijo. “Así que diferentes familias de plantas, amasar una colección de plantas, es totalmente lo que me enloquece”.

Nick Wingfield
© New York Times News Service