
Imaginemos por unos instantes que regulaciones similares aplicaran para los conductores mexicanos en California
A Baja California le espera un opaco 4 de julio al que le precede una baja del 20 por ciento en la reservación de ocupación hotelera como uno de los parámetros que nos anticipan una magra afluencia turística.
Y es que el turista que aprovechaba los fines de semana largos en Estados Unidos, está atrapado por una pinza que se cierra en torno a su economía. Veamos: del otro lado de la frontera, no puede afirmarse que la economía esté en sus mejores momentos, y la paridad peso dólar es un referente del alcance de la divisa estadounidense frente a la adquisición de bienes y servicios en territorio nacional.
Hoteles, restaurantes, bares y plazas, a toda esta gama de comerciantes y prestadores de servicios le urge una inyección de recursos que en cambio, llegan a manos de delincuentes y de extorsionadores.
Por lo que toca a Tijuana y a Baja California en lo general, ese mismo turista enfrenta la extorsión policiaca, la cual ha ahuyentado a miles de visitantes que a su vez difunden entre su familia el abuso de los elementos de la Policía Municipal.
Ya habíamos denunciado la discrecionalidad con la que los uniformados aplican el artículo 105 del Reglamento de Tránsito fracción H que obliga al conductor de vehículos con placas extranjeras a pagar de inmediato las infracciones cometidas, o de lo contrario los oficiales ordenan su remolque y almacenamiento hasta que la deuda quede cubierta. La trampa de los policías municipales es que ellos primero ordenan dicho arrastre y confinamiento para obligar al automovilista a aceptar la extorsión.
Lo mismo ocurre en el caso de los estacionómetros a cuyo incumplimiento, le sigue la colocación de aparatos inmovilizadores en el caso de autos con placas extranjeras.
Imaginemos por unos instantes que regulaciones similares aplicaran para los conductores mexicanos en California por donde circulamos con frecuencia. La respuesta es simple: los corralones estarían llenos de automóviles con placas de Baja California o de otros estados mexicanos.
Y no se trata de homologar leyes a la ligera, sino de cerrarle la puerta al abuso y a la extorsión sobre todo en momentos en que como este 4 de julio, nuestros destinos turísticos requieren de la derrama económica de los visitantes extranjeros y de nuestros connacionales que esperan una celebración y terminan siendo víctimas de una extorsión.