Opción segura de Trump para Vicepresidente libera mano de Clinton, dicen estrategas

© 2016 New York Times News Service

CLEVELAND – A medida que Hillary Clinton se prepara para anunciar a su compañero de fórmula esta semana, los cálculos políticos han cambiado repentinamente.

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Si Donald Trump hubiera elegido a una mujer o alguien de una minoría como su candidato a la vicepresidencia, Clinton habría enfrentado presión de liberales para que tomara su propia decisión audaz. Si Trump hubiera elegido a un feroz anecdotista como Newt Gingrich o el Gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, dos de sus finalistas, la decisión le habría dado pausa a Clinton con respecto a ponerle una joven cara fresca al escenario del debate este otoño… en vez de un perro de ataque, con base en varios asesores de campaña de Clinton. Y si el Número 2 de los republicanos fuera de un crucial estado bisagra, el mapa electoral pudiera haberse materializado incluso en mayor medida en sus consideraciones.

Más bien, Trump eligió al Gobernador de Indiana, Mike Pence; hombre blanco, serio y profundamente conservador de un estado con tendencia republicana, cuyo registro atrae con fuerza a la base de su partido.

Al elegir a alguien tan convencional, Trump le ha facilitado a Clinton seguir el ejemplo con una selección nada aventurera por su parte, como el senador de Virginia, Tim Kaine, o el secretario de Agricultura Tom Vilsack, alguna vez gobernador de Iowa. Ella podría enviar al secretario de Vivienda Julián Castro a debatir con Pence sin temer una paliza. O podría elegir al secretario del Trabajo, Thomas Perez, quien es del confiable estado demócrata de Maryland.

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Clinton aún tiene políticas internas con las cuales contender en el Partido Demócrata, pero Pence es todo tranquilidad: si acaso, él ejerce muy poca presión agregada sobre ella.

“Para que Trump sea elegido, él tiene que acrecentar el grupo de personas con las que está hablando y a las que está atrayendo” , dijo Steve Elmendorf, veterano estratega y cabildero demócrata, así como aliado de Clinton. “Una elección diferente por parte de Trump pudiera haber cambiado el cálculo electoral para ella. Sin embargo, con Pence, Trump seguirá perdiendo entre mujeres, negros e hispanos”.

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Mark McKinnon, estratega clave en las campañas presidenciales de George W. Bush, dijo que Pence pudiera haber sido una buena decisión para Trump, pero su selección también benefició a Clinton.

“La decisión no la presiona por varios frentes en forma alguna con las bases populares que ella necesita”, dijo McKinnon. “Es improbable que se active alguna alarma en las oficinas centrales de Clinton. Así que eso le deja libertad para oprimir con fuerza el botón de repetición de alarma con una elección igualmente segura”.

En un discurso de este lunes ante una convención de la Federación Estadounidense de Maestros, Clinton mostró sus primeras líneas de ataque en contra de Pence, llamándole “una de las selecciones vicepresidenciales más extremas en una generación” que ha “trabajado para socavar los derechos de la mujer, trabajadores, estadounidense LGBT e inmigrantes”.

Pese a todas las diferencias entre Trump, políticamente heterodoxo, y Clinton, impulsada por la estrategia, ambos a todas luces están acogiendo una regla de oro de las selecciones para vicepresidente: Primero, no hagas daño. Trump demostró una abundancia nada característica de cautela en su elección de Pence, el favorito obvio de republicanos en Washington como el presidente de la cámara baja, Paul B. Ryan, y otros que han expresado ambivalencia con respecto a Trump.

La selección de otro colega “pirata”, como Gingrich se ha descrito tanto a sí mismo como a Trump, habría agitado a la dirigencia del partido y los hubiera dejado preparándose a diario para lenguaje soez de los candidatos y motín de republicanos descontentos.

“Si Trump me hubiera elegido a mí, Hillary habría necesitado a alguien que debatiera bien, con toda seguridad”, dijo Gingrich en una entrevista.

“Sin embargo, yo no podría hacer tanto como Pence para unificar al partido. No podría ayudar realmente a un acercamiento con líderes de la edad de Pence y más jóvenes, como Paul Ryan”.

Para Clinton, el principio de no hacer daño significa no elegir a un compañero de fórmula que exacerbara su impopularidad entre hombres blancos en cruciales estados industriales y sureños como Ohio y Virginia, y no elegir a un candidatos que pudiera socavar el énfasis de ella con respecto a firme experiencia en seguridad nacional. Ese tipo de pensamiento pudiera contar en contra de los senadores de Massachusetts Elizabeth Warren, Castro, Perez y otros en su lista.

Más que nada, ella está en busca de tomar una decisión cuidadosa y responsable, dicen sus asesores.

“El primer criterio es una persona que esté preparada para ser presidente de Estados Unidos, y alguien que tiene la serie de habilidades y registro probado de lograr que se hagan las cosas que marcarán una diferencia en la vida de la gente”, dijo Joel Benenson, el estratega en jefe de la campaña de Clinton. Agregó que la selección de Pence era inmaterial para Clinton, diciendo: “Yo no creo que la decisión de un candidato sobre un compañero de fórmula cuente realmente en cuanto quién es elegido por el otro candidato”.

En la contienda actual, tanto demócratas como republicanos dicen que Clinton tiene escaso incentivo para arriesgar una selección que cambie el juego, como Warren para contrarrestar la selección que hizo Trump de Pence, quien es poco conocido y tan conservador que pudiera hacer poco por ganarse a moderados e independientes.

“El objetivo de la secretaria Clinton debería ser el de ofrecer a alguien que no será una gran historia, alguien incuestionablemente calificado pero sin gran fanfarria o polémica”, dijo Mike DuHaime, quien fue el principal estratega de la campaña presidencial de Christie. “El objetivo de Clinton debería ser mantener el enfoque de la campaña en Donald Trump y fuera de ella y su compañero de fórmula”.

Clinton necesita con urgencia ganarse a liberales y milenarios, los cuales favorecieron con firmeza al senador de Vermont, Bernie Sanders, en las elecciones primarias de los demócratas; muchos de ellos aún dudan de su confiabilidad como progresista y se oponen a sus posturas con respecto a la reforma de Wall Street, libre comercio, el salario mínimo y la fractura hidráulica. Sin embargo, con estos votantes, Pence también le da a Clinton un poco de espacio para respirar debido a sus propias posiciones conservadoras de línea dura sobre el aborto y los derechos de homosexuales.

Pence ya convirtió en ley algunas de las normas más restrictivas sobre el aborto en Estados Unidos, incluyendo una iniciativa que prohíbe el aborto con base en la raza, sexo o discapacidades del feto, como el síndrome de Down. Él también se ha opuesto al matrimonio homosexual y a permitir que gais sirvan en las fuerzas militares y que las personas trasgénero usen baños de su preferencia. (Trump ha dicho que se opone al aborto con excepciones y que él sería mucho mejor para estadounidenses gay que Clinton.)

Si bien a muchos electores más jóvenes les gustaría que Clinton eligiera a un liberal como Sanders o Warren como su compañero de postulación y muestran recelo, e incluso hostilidad, hacia moderados como Kaine, aliados de Clinton dicen que las posiciones de Pence son tan tóxicas para estos votantes que ellos se unificarán a final de cuentas detrás del boleto demócrata.

“Pence es muy conservador, así como un tradicional tipo blanco republicano, y eso libera a Clinton para elegir a quien ella quiera”, dijo Richard Socarides, partidario de Clinton y activista por los derechos gay que fue asesor del ex presidente Bill Clinton.

Pero Gingrich, para empezar, se muestra escéptico de que Clinton la tenga fácil después de anunciar su selección, misma que se prevé tan pronto como este viernes.

“Ella tiene un problema por dos vías: ¿Puede encontrar a alguien que atraiga a independientes indecisos que la ven como corrupta o sin esperanza, y puede ella encontrar a alguien que no siga con esta precipitada carrera hacia la izquierda?” dijo Gingrich. “Además, el ala de izquierda de su partido es insaciable. Pence pudiera no complicarle la vida, pero ella sigue teniendo un problema muy difícil de resolver”.

Patrick Healy

© The New York Times 2016