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Otra ejecución en el centro de Tijuana

Al final, los homicidas, porque eso son aunque sus actos sean culposos y no dolosos, gozan de su plena libertad

En el cobro de piso, la venta de droga y las ejecuciones, los delincuentes cuentan con protección policiaca

Una ejecución, otra más, tuvo lugar en el centro de la Tijuana y a plena luz del día. Esta vez la victima fue un hombre asesinado antes de las 10 de la mañana en la calle Tercera y avenida Negrete.

Y no es que el primer cuadro de la ciudad sea un parámetro de nuestra seguridad, sino un referente que nos muestra que si estos crímenes son realizados en una zona donde la presencia policiaca es alta, no queremos pensar cual es el panorama de la violencia en las colonias marginales donde pasa una patrulla dos veces por día.

Este caso también nos muestra que el centro de la ciudad, ese punto en el que concurre buena parte de la población debido al trasbordo de transporte, está en manos de la delincuencia.

Es de todos sabidos que desde el pasado gobierno de Montserrat Caballero, la venta de droga salió de los confines de la Zona Norte y los distribuidores vendían su mercancía en las calles más transitadas del centro de la ciudad.
Asimismo, el cobro de piso le pegó con fuerza a los dueños de negocios establecidos al punto de obligarlos a cerrar o a acceder a las demandas de los miembros del crimen organizado.

En todos estos casos, el cobro de piso, la venta de droga y las ejecuciones, los delincuentes cuentan con protección policiaca y es por ello que actúan con toda impunidad.
En el lejano caso de ser capturados, pasan pocos días detenidos antes de ser liberados por falta de pruebas o por fallas en el debido proceso, e incluso en el llenado del Informe Policial Homologado, mejor conocido como IPH, lo cual parece ser intencional.

En suma, no vemos que la violencia retroceda en nuestra frontera, e incluso se ha extendido a otros puntos y ciudades donde la incidencia delictiva era mucho menor, y contra las versiones oficiales, los cadáveres a plena luz del día y en el centro de la ciudad, dejan un sabor de boca amargo en el ciudadano.