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Otro crimen sin castigo

Al final, los homicidas, porque eso son aunque sus actos sean culposos y no dolosos, gozan de su plena libertad

Ni en las aulas ni en los patios escolares hay suficiente vigilancia de los prefectos ni mucho menos cámaras de seguridad.

La resolución final en torno al caso del profesor Esteban ha sido bien recibida por el magisterio que se había manifestado en torno a este caso, por el que un niño perdió la vida tras haber sido agredido por otro alumno en el aula donde el docente impartía clases.

Los cargos imputados al maestro fueron los de omisión de cuidados, en un expediente que dejó fuera una serie de elementos tales como el seguimiento del agresor y la tardía atención que la víctima recibió en una clínica a la que fue conducido tres horas después de haber sido golpeado en la cabeza.

Es comprensible que los maestros se pronunciaran en contra de una sentencia severa así como de una millonaria reparación del daño por la muerte del menor, valorada en 6 millones de pesos, porque ellos podrían verse en la misma circunstancia.

Claro que hubo solidaridad con el profesor Esteban pero también cura en salud ante la eventualidad de que en sus propias aulas pudiese registrarse un caso similar.

Es importante considerar que el niño Martín Damián de 10 años, registró un fuerte golpe en la cabeza mientras jugaba futbol pero otras versiones alertan que fue víctima de otro menor que le habría empujado.

Una u otra versiones nos revelan que ni en las aulas ni en los patios escolares hay suficiente vigilancia por parte del personal a cargo de mantener el orden, como los prefectos, ni mucho menos cámaras de seguridad.

Otro factor cuestionado por los maestros es que la clínica en la que Martín Damián fue atendido es propiedad del padre del Oficial Mayor del gobierno del estado, un detalle que apunta a deslindar toda responsabilidad de este nosocomio en dicha tragedia.

Todo indica que las responsabilidades quedaron repartidas entre el profesor, el alumno agresor si es que lo hubo, y los médicos de la clínica a la que el niño Martín Damián fue conducido a tres horas de haber recibido el golpe que finalmente le arrebató la vida.

Nadie puede afirmar que una atención inmediata pudo salvarlo, pero todos podemos afirmar que son necesarios protocolos urgentes para que ningún menor vuelva a ser desatendido durante su estancia en la escuela, porque estos recintos son como su segunda casa y así deben ser cuidados.