¿Para que querían gobernar?

Cuando vemos tanta omisión por parte del presidente Enrique Peña Nieto, del gobernador Francisco Vega y del presidente municipal Jorge Astiazarán, cabe preguntarse para qué querían gobernar.

Llevar el timón de un estado, de una nación, de un municipio, implica una entrega que a ninguno de los tres caracteriza.

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No puede decirse que hayan perdido el contacto con los ciudadanos, simple y sencillamente porque nunca lo tuvieron.

Si acaso durante las campañas políticas, salen de sus palacios de marfil y se da una barnizadita de realidad social, de baño de pueblo.

Los tres tienen sus puntos de coincidencias y diferencias. A Peña Nieto todo le ha salido mal. Si hoy comprara un circo le crecían los enanos.

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Muy atrás parecen haber quedado los días en que apareció en la portada de la revista Time, presumiendo reformas que llevarían al país a mejores destinos.

Saving Mexico, se cabeceó la historia.

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Todo pareció derrumbarse para el presidente y el recuento de los daños sería largo de enumerar.

Para Francisco Vega, que llega a la gubernatura después de algunos infructuosos esfuerzos, por ejemplo contra Euenio Elorduy, gobernar ha sido pasarsela en la parranda, en el agua, en los bisnes, en la indiferencia.

Baja California navega de a muertito en materia de seguridad, de desarrollo económico, de bienestar, de salud, de calidad académica y hasta de estabilidad social.

Con Francisco Vega al frente, nuestro estado rompió décadas de relativa calma social y fue el estallido del movimiento de los jornaleros de San Quintín el que nos hizo voltear a una realidad que ya conocíamos pero que parece que habíamos olvidado.

Astaizarán Orcí, más bien un encargado de despacho, vio cómo su luna de miel con el electorado se derretía en los primeros días de su incipiente gobierno. Aquí también la lista de yerros es amplia y vale la pena desarrollarla, pero el principal en lo que toca al alcalde, es su falta de decisión de determinación.

Astiazarán actúa a base de reacciones y su principal falla es la omisión. Calló para no seguir peleándose con el inepto, soberbio, absurdo síndico municipal Arturo Ledema. Calló para no responsabilizar a Carlos Bustamante de haber dejado a Tijuana a oscuras.

Al alcalde le faltaron pantalones, por no decirlo de otra forma.

Entonces, ¿para qué querían gobernar?