Pensilvania, estado clave sin indecisos ni entusiasmo

En el corazón de Pensilvania, uno de los estados clave para los comicios estadounidenses del 8 de noviembre, es difícil encontrar a ciudadanos que todavía no sepan si votarán a Hillary Clinton o a Donald Trump, aunque la degradada imagen de los candidatos esté perjudicando el fin de la campaña.

“¡Nos acaban de tratar de nazis!”, clama Susan, una jubilada que lleva un cartel con la consigna “Deplorables for Trump” -en referencia al término ‘deplorable’ que Clinton usó para describir a los seguidores de su rival-, mientras observa cómo se aleja un coche.

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Junto a ella, una veintena de partidarios del magnate se han reunido en una intersección muy transitada del centro de Allentown, una ciudad en el noreste de Pensilvania.

Este pequeño grupo suscita todo tipo de reacciones a los que pasan: desde el apoyo de algunos que hacen sonar su claxon o les saludan con la mano, hasta el rechazo de otros que escupen agrios “Fuck Trump!” (¡Jódete, Trump!).

Es un fiel reflejo de la realidad electoral: los votantes están polarizados.
Pero, aunque casi todo el mundo ya ha decidido a quién votará, algunos han cambiado de bando a última hora.

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Susan afirma que “muy buenos amigos” suyos demócratas se han pasado a las filas republicanas “en el último mes”.

Kuri Edwards, una joven negra cuyo plan inicial era abstenerse, decidió hace poco votar por Clinton.

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Asegura haber elegido al candidato “menos malo de los dos”, al igual que Frank Behum, un exempleado de la enorme acería que hay en Bethlehem, a pocos kilómetros de Allentown.

Aunque en su opinión ambos están “al servicio de Wall Street”, finalmente optó por apoyar a la demócrata.

Sabe que muchos obreros y extrabajadores de esta industria -aunque minoritarios, según él- votarán por Trump, ya que el magnate ha prometido crear nuevos puestos de trabajo 21 años después de que se cerrara la fábrica de Bethlehem.

“Se enganchan al primero que les diga lo que quieren oír”, aunque históricamente el gobierno estadounidense “no ha hecho nunca nada por la siderurgia”, señala.